Me preparo para en un futuro hacer comentario a ciertas películas. Antes de hacerlo he querido advertir al lector, antes de padecer posibles infamias de él o críticas demasiado fuertes.
No soy un cinéfilo común, ¿qué cinéfilo podría serlo? Es decir, que si usted querido cinéfilo, considera películas esenciales que nadie debe perderse o “dejar de ver” y hay una lista de las buenas conciencias y el buen gusto, yo, querido cinéfilo, no la sigo ni la persigo.
La democracia informática del internet y el múltiple acceso a la creación fílmica de todo el mundo y de toda época imprime un aire de insuficiencia para cualquiera que se acerca al cine de manera incauta. Ningún crítico de cine posee toda la verdad. Ningún cinéfilo accede a la universalidad.
Esto sucede porque todo aquél que se adentra al cine con sólo su gusto como guía, termina siempre, discriminando opciones. Es natural, como todo lector o espectador que educa su gusto y deja de ver lo que no le place.
No hablaremos aquí del crítico de cine, su postura, su estudio, su visión histórica: todo nos supera. Pero hablemos del cinéfilo que empieza a comentar films. Tal vez autodidacta en muchos sentidos, superficial en otros, divagador en muchos. Es lo que sucede con nosotros, los amantes del “buen cine”.
En fin, que trataremos de hacer un comentario propio, en la medida de lo posible profundo y poco convencional. He de decir que evitaré la ficha informática de las películas (para qué queremos repetir tales datos si en IMDB puede uno inmediatamente encontrar todo lo referente a la película?) Me limitaré sólo a expresar aquello del cine lo que me atrajo, lo que me hizo pensar, lo que sentí, con o sin prudencia y hasta con ironía si se me permite. ¿Dónde está el valor de mi comentario? ¿dónde reside la importancia de mi análisis? Simplemente en el valor de lo único (qué aburrido citar al mainstream) y en la importancia que tiene para alguien la visión de su amigo, de alguien de confianza. Nada más. ¿Con qué finalidad? Con la finalidad de compartir un gusto, por charlar, por contar, por sacar lo que se oye dentro de nuestra cabeza, por expresarlo. Nada más.
Es decir, amigo cinéfilo, que elimino todo escalón-arriba de la autoridad, me quito toda frazada de la sabiduría, me declaro insuficiente y te digo que compartamos un gusto: el gusto de hablar de cine.
Pero dicen que los ojos necesitan hechos, evidencias de verdad que demuestren lo dicho. He dicho que no quiero ni creo tener ninguna autoridad al hablar de cine, tanto que puedo decir aquello que crea una estructura para hacer de cualquier figura una figura de autoridad. Ahí van pues, lo que ningún cinéfilo o crítico de cine se atreven a decir: las películas que no han visto.
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Amigo cinéfilo, te comento que no sé a qué se refieren cuando dicen “películas de culto”. No he visto la filmografía completa de Jodorowsky (ni me interesa), no me da terror el “cine de terror”, no me gustan las etiquetas ni los pretendidos géneros. Desconozco de muchos directores y fotógrafos. No he visto ninguna película de Star Wars (ni me interesa), le debo mucho al cine mexicano, y el cine oriental es un pequeño amor pero hasta su debido lugar.
No he visto la filmografía completa de Scorsese, ni de James Cameron, ni de Coppola, ni de Spielberg, ni de Hitchcock, ni de Polanski, ni Tarantino (ni me interesa).
¿Lastimo sensibles preferencias del cinéfilo? ¿Soy un desconsiderado, descabellado sin más? ¿Qué he visto, entonces? ¿Qué tipo de películas veo? Sólo llego hasta donde he podido combatir mi ignorancia, hasta donde he podido impulsar mi curiosidad y lo que mis posibilidades económicas me permitieron accesar.
Como no concuerdo con las etiquetas, ¿ya lo dije? No creo en el “cine de autor” pero creo que ciertos cineastas han hecho del cine aquello que sostiene el mundo en una fantasía vivible. Ellos hacen posible los sueños de los demás. Pero no hay ningún dios.
También hay muchas películas que escapan al cine de autor y que aunque no haya una filmografía hay que respetar piezas únicas. Pero si hemos de seguir otros márgenes arbitrarios que nos dan asideros seguros como los de la nacionalidad, he de decir que gusta mucho el cine francés (no todo), el cine cubano, brasileño, de Medio Oriente, chileno y ruso. Desconozco todo lo que se haya producido en Oceanía, India y Africa, lamentablemente.
Así pues, querido lector-cinéfilo, ya he confesado mis horizontes culturales. Ahora confieso, a manera de ruptura adicional, aquello que por no cuadrar con lo que pretendemos ser o aparentar, sobre todo cuando nos visualizamos como ideal de carácter y formación, aquello que nos ha gustado en su medida pero que nos avergüenza declararlo. Así pues, cierro este artículo con mis gustos culposos (ya no tan culpables): el Diaro de Bridget Jones (sólo primera parte), Terminator II, About a boy, Antes del atardecer, Toy Story 2, Monsters Inc, Zombieland, Conoces a Joe Black, Youth in Revolt.
Creo que la lista no es exhaustiva pero creo que es suficiente. Tú, querido cinéfilo, curioso e incauto, arroja toda pretensión de sabelotodo. Después de eso, quedará entre tú y yo, un acercamiento más honesto.