PERSONAJES
FERNANDO, es bajo de estatura y de apariencia ñoña.
ROBERTO, es alto, fornido y guapo.
ACTO ÚNICO
Una habitación vacía alumbrada únicamente por un foco que pende del techo. ROBERTO, atado de manos, con cinta canela en la boca y en los ojos, forcejea para liberarse. Entra FERNANDO, le toma una foto con su celular, lo pone de rodillas y le quita la cinta de la boca.
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ROBERTO: Por favor, ya déjenme ir. Les daré todo el dinero que tengo: venderé mi casa, mi carro, pediré prestado, pero no me maten.
FERNANDO: Tranquilo. (Le descubre los ojos). ¡Hey, Roberto! ¿Me recuerdas? ¡Soy yo! ¡Mírame! (Le toma la cara). ¡Mírame! ¡Soy yo! ¿La fiesta de Nacho, hace un año? ¿Eh? ¿Eh?
ROBERTO: (Siguiéndole la corriente). ¡Ah, claro que sí! La fiesta de Ángel, hace un año, ¿verdad? (Pausa). ¡Gustavo!
FERNADO: (Corrigiéndole). Fernando.
ROBERTO: ¡Mi querido Fernando! ¡Qué gusto volver a verte! ¿Ya pasó un año? Parece que fue ayer. Hubo mucha cerveza, un DJ, una banda de rock. ¡Un chingo de mujeres! ¿Con cuántas cogiste esa noche, galán?
FERNANDO: Con ninguna, Roberto. Esa noche te besaste con cuatro, tres te dieron su número, dos te enseñaron las tetas, y te fuiste con la que más me gustaba.
ROBERTO: (Ríe nerviosamente). ¿Y qué has hecho todo este tiempo?
FERNANDO: Cuatro meses de terapia con un psiquiatra.
ROBERTO: (Ríe preocupado). ¡Pero qué joven te ves, hombre! ¿Cómo le haces?
FERNANDO: La sed de venganza, Roberto. ¡Vieras qué buena es para mantenerte joven! (El foco comienza a fallar). Te explico. La venganza, si la concebimos como un estado de la materia y no como algo psicológico, estaría en un estado líquido, como el agua. De tal manera que podrías regar tus plantas con venganza, acumular venganza en presas, y sentir sed de venganza y beber venganza, rica y sabrosa; y, como todos lo sabemos, el agua es vida. (La luz se va por completo). ¡Uy, se fue la luz!
ROBERTO: ¿Fernando? ¿En dónde estás? ¿Qué haces? ¡Fernando!
FERNANDO: (Le toma una foto usando el flash de la cámara de su celular). La venganza también, y esto es muy importante, pon atención, la venganza regula las relaciones entre las personas. Piénsalo. A ver, pon cara de que estás pensando. (Toma otra foto). Uno va por la vida teniendo encuentros con las personas, en algunos casos, breves y maravillosos, como todos los que has tenido con las viejas que te has llevado a tu casa. No te muevas. (Toma otra foto). Por cierto, no he has aceptado en Facebook.
ROBERTO: No subas las fotos, por favor.
FERNANDO: (Lo sienta y le hace masaje a los hombros. Vuelve la luz). Naces, creces, eres exageradamente guapo y no puedes rodearte de gente fea, como yo. (Se abraza a sí mismo, como consolándose). Naces, creces, conoces al más guapo del universo, te sientes de la chingada por no ser igual de guapo, generas odio, sientes que tienes que vengarte de tus genes o del otro por ser ultra extremadamente guapo. Lo vigilas durante ocho meses seguidos, esperas el momento adecuado para acercártele, lo asaltas… (Suspira, aliviado). ¡Y te reúnes con él!
ROBERTO: (Se incorpora con dificultad). ¿Por qué me tienes aquí?
FERNANDO: Mira, aquella noche en la fiesta de Ángel, yo te vi muy guapo.
ROBERTO: (Se le acerca amenazante). ¿Eres puto?
FERNANDO: (Se aleja de él lentamente). Roberto, yo no soy puto.
ROBERTO: (Intenta morderle el brazo). ¿Esto es lo que quieres, puto? (Le tira otra mordida). ¿Así, pinche puto? (Lo persigue). ¿Quieres más, puto?
FERNANDO: Te ves hermoso cuando te encabronas.
ROBERTO: ¿Si te la meto, me dejas ir, puto?
FERNANDO: ¡Yo no soy puto! (Lo derriba y se le monta encima). ¡Te admiro, cabrón! (Le acaricia el rostro). ¡Te admiro porque las vuelves locas con ese pinche rostro! (Silencio. La luz parpadea). Y yo no puedo conseguir ni siquiera una lisiada. (Saca una navaja).
ROBERTO: (Nervioso). Fernando, puedo conseguirte todas las mujeres que quieras: chichonas, nalgonas, flacas, gordas, de preparatoria, de universidad, de esas que en chinga te aflojan las nalgas.
FERNANDO: (Con seriedad). Sueño con coger con viejas así.
ROBERTO: (Nervioso). Conozco una que da unas mamadas bien ricas.
FERNANDO: Tú sí coges y yo no.
ROERTO: Tengo una amiga que mueve el culo como diosa.
FERNANDO: Ocho meses soñando con desprenderte el rostro y usarlo como máscara. (Le acaricia el rostro con la navaja).
ROBERTO: (Grita desesperadamente). ¡Fernando, por favor! ¡No lo hagas, no lo hagas! ¿Fernando? ¡Por favor, mírame! ¡Mírame a los ojos y date cuenta que no miento! ¡Te lo juro por lo más sagrado que tengo!
FERNANDO: ¿Tu rostro?
ROBERTO: ¡Te lo juro por mi rostro! Iremos a bares, levantaremos mujeres, nos las cogeremos en moteles, en el parque, en mi carro, en mi casa. ¡Mi Fernando de oro! ¡Mi gran amigo! Iremos al mismo gimnasio, yo te entrenaré. Y en poco tiempo, te pondrás, ¿sí sabes cómo? ¡Bien buenote!
FERNANDO: Con mi cuerpo no se puede hacer mucho. No funcionaría.
ROBERTO: Entonces, ¿qué propones?
FERNANDO: (Blande la navaja, triunfante). ¡Ser igual de feos!
ROBERTO: ¡No, mi cara no!
FERNANDO: ¡Claro que no! Sería contraproducente. Nadie se nos acercaría. (Pausa). Puedo arruinarte una pierna. Elige, ¿izquierda o derecha? (ROBERTO intenta huir arrastrándose como gusano. El foco falla otra vez). Tengo que cambiar ese foco. (Mientras le cubre la boca con cinta). ¿Derecha o izquierda? ¡Responde! (ROBERTO se revuelca). Bueno, yo escojo… ¡Esta! (Le descubre la pierna derecha y le clava la navaja en el muslo. ROBERTO se retuerce del dolor e intenta gritar. La luz se va por completo. Ellos forcejean). No te muevas. Te voy a dejar inválido. Así, perfecto. (Se toma una foto abrazado a ROBERTO). “Los amigos feos”. Así le voy a poner al álbum. ¿Te gusta la idea? (Sube las fotos). Oye, Roberto, hay que buscar Ángel, digo, cuando te recuperes. Hay que afanarlo, es buena persona y también es guapillo. Lo busco en facebook y le mando la solicitud de amistad. Mientras, tú descansa. En dos días vamos a buscarlo y a ver si nos cogemos unas viejas, ¿ok?
FERNANDO se entretiene en el celular mientras ROBERTO se retuerce en el piso. La luz parpadea.
FIN