I
No me gustan sus poemas amorosos
y no es que sea, a mi edad, un hombre estéril
no
es sólo que la forma, dios, la forma en que los hacen
me repugna.
Indiscutiblemente el nombre de mujer
con sus cabellos negros y sus nalgas blancas
para que ella lea (si es que lee, o si es que le dan libros para regalar al escritor):
Oh, Claudette… Oh, Dulce…
y ayes para describir, de manera diplomática,
que al vate le gustaría meterle la lengua entre las piernas a su musa.
Pezones de cereza
vulvas de melcocha
vientres con la textura del durazno
manos de alas de gaviota
y unas nalgas de floresta.
Más nunca se describe como es.
(se acaba, si el poeta es malo -y pasa muy seguido-
con una imagen esperpéntica).
Y la desnudez, la desnudez… ¡No jodan!
como si fuera el santo grial o la fusión en frío
el ver a las personas encueradas.
Eso sin mencionar el póker erótico de ases
“sexo”
“sexo”
sin recordar que la palabra encumbra lo antiséptico
todo lo diluido
y ablandado
que pueden ser un pene y una vulva.
En “sexo” nada cuelga expuesto al mundo.
En “sexo” no hay apertura alguna hacia la vida.
Por eso no me gustan sus poemas amorosos.
II
Por qué decir “amor” cuando no hay más que una escena pornográfica
y no vomitar las cosas que se piensan.
Digan: la mano
entra seca en el pantalón abultado,
busca el pecho y la espalda del pene rígido.
Digan: una mano le responde
entra seca bajo la falda abierta
se mueve hacia la vulva sobre el vello púbico.
Digan:
Babeo─me agito
me pongo roja─enrojezco
abro las piernas y levanto las nalgas hacia tu glande─me muevo lento para sentir tu vagina
mi cara es una mueca, grito feo─estoy sudando, estoy cansado, gruño
siento que me orino─yo eyaculo
te alejo─mi semen escurre por tu vientre.
No me gustan sus poemas amorosos
por más que le pongan sacarina a los pezones
por más aroma a pino que le pongan a las vergas
es una parte, sólo una, y no es el centro
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Coger nunca es amor, menos poesía.
III
Una mujer no es sus glándulas,
tampoco es un patrón de grasa subcutánea
ginecoide.
El hombre no es el cazador
cubierto de vello corporal y una erección
interminable.
Ambos son frágiles
ambos pueden ser rotos con palabras
y guardan
en cajas pequeñitas sus cosas importantes.
Ambos ponen un pie delante
de su otro pie perpetuamente
hasta que un día caen
rendidos en la tierra
hasta volverse un polvo color gris
para ser levantados por el viento.
Ambos temen en las noches sin la luna,
persiguen luz si están dentro de un túnel,
se mojan y saltan en los charcos cuando llueve,
mueren de frío
están calientes
y hay días en que no quieren ni ver a nadie.
Por eso no me gustan sus poemas amorosos
por sus conceptos
(muy pendejos)
del hombre y la mujer.
IV
No me gustan sus poemas amorosos
prefiero cosas no románticas
textos sin tanta pirotecnia
algo normal y muy poco poético:
Despierto, ella ya me mira
no tiene maquillaje,
(tengo mal aliento)
no hace nada más, me mira
yo me volteo,
fue un dia malo
una mala semana
un mes patético
y cansado.
Me abraza desde atrás.
Yo miro el aire acariciar las hojas del árbol al entrar por la ventana.
Mi ropa, sólo mi ropa, tirada de mi lado.
El cuello sucio, las manchas de la pierna,
quedan en la alfombra
en otra realidad
de malos sueños.
Me volteo a mirarla.
Su voz, nace
por el oriente la luz, el respirar de un cuerpo
confundido con el mío, una trenza
hecha de dos universos solamente.
