Un toque de pecado

(Dir.: Jia Zhang-ke. País: China. Año: 2013)

China tiene un gran escenario económico y social que la película explora ampliamente. Como una de las economías emergentes con mayor alcance, la economía China al igual que India, vienen a despertar la mirada mundial debido a su gran potencia, población en edad de trabajar y mercados utópicos, pero, con una falta de comunicación interior y exterior, que minimiza las injusticias y las desigualdades, eufemiza el esclavismo y vanagloria la creación de empleos sin hablar del salario digno, seguridad laboral y social.

La economía emergente con más potencia del mundo no es un mundo coloreado de esperanza. Los indicadores macroeconómicos pocas veces, por su mismo alcance y sus objetivos de economía neoliberal, son incapaces de reflejar la situación individual de las personas que habitan las megaciudades, donde el obrero y la sociedad industrial tienen su más claro ejemplo.

En esta denuncia poetizada acerca de la corrupción, la injusticia y la nueva esclavitud no puede ser sino mordaz y radical porque así de mordaz es el capitalismo industrial despiadado que corrompe líderes comunitarios, explota a los trabajadores con salarios mínimos y leyes laborales de muy poco estatuto de humano. Denuncia y a la vez registro, tomado de 4 diferentes historias, todas ellas a partir de hechos reales.

La historia de Dahai es la de un hombre que no ha sabido hacer otra cosa que denunciar, pedir justicia, pedir cuentas, ser la piedra en el zapato del poder. La resolución ante la imposibilidad de luchar él solo contra la corrupción que agobia a su comunidad es extremista. Decide tomar su escopeta y matar uno por uno, a esa gente que lo conoce y se burla de él, dejando en claro que un hombre no puede vivir así, ni ser un triste y apático testigo de la injusticia social que genera la corrupción.

En esta primera historia podemos ver a Dahai dividido entre dos posturas, algún tipo de Yin-Yang favorecida por la regla de los 180°, donde antes de matar a uno de los secuaces del líder corrupto de la comunidad, se mira detrás la fachada de un templo destruido con el símbolo religioso que indica que un hombre puede ser calificado en su actuar como bondadoso o maligno. El personaje se posa a la derecha de la pantalla, luego a la izquierda, como una expresión física de lo que moralmente está a punto de pasar. El chorro de sangre se libera a gran presión como se libera la guardada tensión dramática.

La siguiente historia es la de un hombre para el cual la vida en la ciudad, con sus hombres enajenados en el juego y el sexo, le parece totalmente aburrido, y lo mejor que puede hacer es robar. Es un asesino que no encontró otro sentido ante la criminalidad con que se vive y en la que juega con una mirada contrapuntual acerca de las resoluciones radicales y extremistas, la familia rota o separada, el hombre como bárbaro en tierras extranjeras, encargado de robar para traer dinero a la casa.

Después viene la historia de una mujer que sufre la abatida de la esposa de su amante, donde se puede ver un antecedente cultural donde la destinación amorosa se supone, es eterna, y la tradición expresada en una escena sobre dos serpientes enamoradas, en realidad es imposible, y queda ahí, como un espectáculo de circo ofrecido en un pequeño terreno baldío en medio de la ciudad.

Esta misma mujer es puesta en límite después, cuando unos burócratas con muchas ganas de abusar del poder que les da el dinero, intentan corromper a la mujer para que se prostituya. El empresario o servidor público corrupto no puede creer en la inutilidad del soborno, en la superioridad del honor frente a la corrupción. La escena del hombre azotándola con un fajo de billetes recuerda a aquélla otra escena del inicio donde se ve a un hombre dando latigazos a un caballo caído.

Finalmente, se cuenta la historia de un joven descobijado por una estructura social coherente y unitiva, que huye literalmente de un trabajo que lo esclaviza para ir a otro. El trabajo al que llega es en un prostíbulo para “clientes distinguidos”, gente con suficiente capacidad monetaria para dejar excelentes propinas y jactarse de ser el “gran líder” que pide a su mesa el manjar sutil de una blanca y tersa joven asiática, que pareciera de manufactura industrial.
Excessive ejaculation of semen above viagra shop usa 5.6 ml is known as hyperspermia. These several tips might help you for getting viagra cialis achat on the road. The good news is erectile dysfunction order cialis professional is troubling so many people these days. Herbal supplements that help you cure Erectile Dysfunction donssite.com sildenafil 100mg price at the same time.

En ese lugar conoce a un linda chica (prostituta) y mediará entre ellos una apenas lograda historia de amor juvenil impedida por una aplastante situación en la que ella tiene que trabajar para mantener una hija de tres años y él apenas un mesero sin otra cosa que ofrecer más que la fuga.

En estas dos últimas historias el amor queda impedido, coaccionado a rendirse incluso antes de forjarse en unión, debido a la tremenda carga social en la que están implicados sus personajes. Es la conocida tesis marxista donde el todo social anula al individuo enajenado, donde la palabra amor es un invento más de la ilusión burguesa.

Estamos a un punto en el que el Estado Chino, recién dejada la etiqueta de popular y comunista, adoptando una nueva cara ante el mundo como economía libre pero que socialmente conserva un Estado agigantado, impositivo, totalitario y burocrático, que también ha sido denunciado en otra película documental magnífica Never Sorry de Alyson Klayman sobre el artista Ai Weiwei, encontrando que la propuesta expresiva del arte también puede ser una mirada crítica a cuestiones sociales o políticas, como son el poder totalitario y la usura.

Es una total falta de comprensión de las dimensiones de la dignidad humana que la sociedad hiperpoblada, la película refleja con gran belleza y crítica, la pobreza y la mala distribución económica que hacen posible la neo-esclavitud obscena e insoportable. Por eso los animales de carga, son muchas veces golpeados en unas escenas y en otras liberados, porque solamente así, ante la declaración a gritos de que el hombre se ha convertido en un animal de trabajo para la economía y el poder, al que hay que golpearlo aunque la carga sea insostenible, solamente así se hace comprensible el estado de las cosas en China.

La mirada de Jia Zhangke es la de un desesperado, que aún con todo es capaz de apropiarse la belleza natural de su país, incluso, con una excelente fotografía (Yu Likwa), mostrar la siempre contrastante oposición del individuo y la sociedad, el individuo y la megaciudad, y la mirada atónita frente a tanta injusticia.

Los dramas aquí planteados por ocasiones parecen ser exagerados, extremistas, sumamente violentos y esto parece de pronto una carga exagerada, intencionada y dirigida a una crítica abusiva por parte del que es director y guionista, pero hasta el final de la película, sorprende con esa leyenda, ahora muy desgastada, de “basada en hechos reales” donde entonces, la realidad sustenta la ficción, incluso la ficción quedando corta, frente a la inmensidad que intenta reflejar.

¿El cine se traiciona, en sus fines artísticos, cuando la encausa es política y social, o bien, cuando se apodera de sucesos reales y recientes para exponer una mirada? Creo que nada se traiciona sino que devela nuevas posibilidades para hacer lo que siempre ha hecho: contar historias.

Finalmente el mérito de la película – uno de muchos – es la de hacer justicia a la participación y conciencia de cada personaje en su circunstancia, ofreciendo una mirada arbitraria, – o al menos no una mirada apriorística y prejuiciosa – para que el espectador capte, cruda y directamente, una parte de la vida en China, que por supuesto, no se encuentra en el coro de la complacencia que vaya bien con el progresismo económico de rostro hipermaquillado, mucho menos con una supuesta democratización de la que se afanen sus diplomáticos.

Trailer y más información en:
http://www.cinetecanacional.net/micrositios/muestra56/ficha.php?clave=12706

Luis Carlos García

Luis Carlos García

Nacido en 1986 en Torreón, Coahuila. Estudió ingeniería en alimentos y licenciatura en filosofía. Hizo el diplomado en creación literaria de la Escuela de Escritores de la Laguna de 2006 a 2008, en la que después se desempeñó como maestro de filosofía. Actualmente divide su tiempo entre las obligaciones profesionales y su vocación por la filosofía y la literatura.