Manifiesto que estoy viva

Pertenezco a esa clase de personas que prefiere
lugares no comunes, espacios no conquistados aún
inadaptadas a la sombra que ofrecen las multitudes.
Descubrí que reír y orinar casi es lo mismo.
Nací prematura antes del verano
de cuerpo plano, mis montañas vendrían después
desalineada del cabello por no  pensar agustinamente.
Soy del  norte, desierta.
Mi punto cardinal. 

Deseo, a veces.
Se me fue el sueño tras un anillo de plata de Simojovel,
lo encontré en la boca del cielo
lejos de las tiendas europeas de San Cristóbal de las Casas 
sin la sangre de sus castas en sus bordados
donde el café se sorbe de un solo trago.
El gran viejo, Shelley, sentado en medio de los portales abierto
visionó  otra humanidad 
nos la trajo en sus poemas para fertilizar con ellos el Norte.
Nadar, nadar ¿qué otra cosa se hacer?                                                                                                                                                                                           

Sobre el  agua legitima de la montaña 
sin permiso para rodar
abriéndose el camino por  derecho propio,
la misma agua que ha estado  aquí en la tierra
antes que nosotros,
antes del diluvio,
antes que nuestra sed. 

De  las calles que reciben mis pasos 
Qué difícil es estar enamorada de ellas   
y abandonarlas en el camino.

Cactáceas.
Del rojo desierto. Mi señor. 
Les heredo mi sangre                                                                   				   mi corazón cardenche no dejará de cantar
el canto fértil de esporas enamoradas.

Amar lo que es mío, en donde lo encuentre.

Mi anatomía es de momentos y personas
con forma de tréboles amarillos 
colmillos en sus ideas  
de flores en sus manos como Adrián,                                                                                        cuando amaneció a mi lado diciéndome Madre.
De Alfredo, que deambulaba con fiebre por la azotea,
igual que un termostato descompuesto. 

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sueña el mundo, 
sueña  las cintas de los zapatos de su mujer bien amarradas, 
para verla perfecta.
Y Garibaldy, hace destrozos de su alma, la reparte  entre  leones.  
Sabe su juego, el gran Nacho.

Sin faltarme el viejo J.A.S.  hará su ultimo coraje                                                            contagiados por su mismo virus 
¡Maldita la hora!                                                                                                                          Oh! Victoria 
que el hierro de tu patria prometida sea lo último que muera.                                                 

Confieso:
Guardé  secretos en  mi vientre  
en la complicidad de un instante, sacudí todo mi espíritu 
dejé entrar la más sublime pasión, vencí el miedo estéril
así fui llenando la vida de deudas y ríos desbordados.
Había un arcoíris doble esperando en el horizonte 
hace unos instantes morí y nací con nueva lengua
nuevo sabor a leña 
recuerdos, la niña reía a raudales y la madre prendía el fuego.

Amanece,  
súbita luz   
alas que alcanzan el bing bang de los sueños.

Cuidemos las trampas del lenguaje 
las envuelve un engañoso ciberespacio 
frenéticas,
con su poder de inventar cercanías,
masturbaciones virtuales de estéril raíz.                                                                                                                   Proyectan la sombra de quien está a distancia, 
fantasmas yo, tú.
Mata el contenido que el sentimiento guarda. 
Es forma, no fondo.  
Pero el amor que no tiene palabra ni respeta el infierno 
defiende su legítimo lugar, no acepta leyes.

De pie: 
aprendí a no llevar flores a ninguna parte
les gusta quedarse donde nacen,
con su raíz adentro de la tierra 
así como mi corazón vive enterrado en el agua de Francisco.
Sin ser de este mundo, por ser prestado
sobrevive Yolanda. 
Esperando amanecer, 
nada más.

Yolanda Medina

Yolanda Medina

Nació en Parras de la Fuente Coah. Es Psicologa Clínica, Diplomada en Violencia Familiar por la U.A.C. y Capacitadora de este tema por el Colegio de México. Por tal motivo, Yolanda se dice sólo una facilitadora de la palabra no expresada donde sea que ésta surja en especial del espacio doméstico, así como la que queda registrada en el propio cuerpo: ese lenguaje del silencio impulso vital del instante atrapado en la palabra cotidiana a veces invisible, cruda, sin poder, las voces íntimas, las de la culpa, las de la vergüenza, el miedo y el deseo. Es Presidenta y fundadora del Colectivo Mujeres Vivas a.c. y de la Red de mujeres Mariposas Blancas. Egresada de la Escuela de Escritores de la Laguna “Jose Carlos Becerra” (Sogem 2009)