(FARSA EN UN ACTO)
PERSONAJES
MADRE, mujer gorda y greñuda que aparenta tener 50 años, usa vestido largo, negro; y muchos rosarios y crucifijos en su cuello.
TRES NIÑAS, que en realidad son adolescentes de diferentes edades a las cuales MADRE las viste uniformemente.
Un DROGADICTO harapiento y apestoso de 55 años aproximadamente.
ESCENARIO
Una jaula de pájaros. Dentro de ella, una fuente, una cama matrimonial con sábanas de colores claros; detrás de las camas, un ropero en donde hay tres vestidos de princesitas, tres toallas, tres perfumes, tres cuadernos, tres plumas, tres veladoras, una caja de cerillos, tres mantos blancos y tres velos azules. La jaula tiene la puerta a la derecha y está cerrada con una cadena grande y brillante.
ACTO ÚNICO
Al abrirse el telón se escucha el aria La Habanera de la ópera Carmen de Georges Bizet. Las niñas están en la cama, durmiendo. MADRE hace guardia a la puerta de la jaula, aunque también dormita. Tras unos instantes, se despierta, abre la puerta dejando caer una cadena que asegura la jaula, y entra. Se sienta en la cama, acaricia y besa tiernamente a las niñas que comienzan a despertarse. Cesa la música.
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MADRE: ¡Queridas hijas! ¡Buenos días! ¿Cómo amanecieron? ¿Tuvieron dulces sueños?
LAS TRES: ¡Querida madre, buenos días, amanecimos bien y tuvimos dulces sueños!
MADRE: ¡Ay, hijas! ¡Qué gusto me da! (Durante una breve pausa, las contempla con ternura. Luego, como despertando de su ensoñación, les dice): Mis pequeñas, es tiempo de su arreglo personal.
Las niñas, ceremoniosamente, van al ropero y sacan sus toallas. Luego van hacia la fuente, se enjugan las manos y la cara. Cuando terminan, se ponen de frente a MADRE.
LAS TRES: (Haciendo una reverencia). ¡Listo, querida madre!
MADRE: Entonces, ¿ya pueden darme mi saludo matinal?
NIÑA 3ª: No, madre, aún no.
MADRE: ¿Por qué?
NIÑA 3ª: Porque nos falta hacer algo.
MADRE: ¿Y eso es…?
NIÑA 3ª: ¡Tender la cama!
MADRE: (Satisfecha). Tienes razón. Tiendan la cama.
Las niñas obedecen. Al terminar se ponen enfrente de la cama.
LAS TRES: (Haciendo una reverencia). ¡Listo, querida madre!
MADRE: Entonces, ¿ya pueden darme mi saludo matinal?
NIÑA 2ª: No, madre, aún no.
MADRE: ¿Por qué?
NIÑA 2ª: Porque nos falta hacer algo.
MADRE: ¿Y eso es…?
NIÑA 2ª: ¡Cambiarnos de ropa!
MADRE: (Satisfecha). Tienes razón. Cámbiense.
Las niñas van al ropero, sacan tres vestiditos de princesas y sus perfumes; se quitan las pijamas, las guardan; se ponen sus vestiditos, se perfuman y se arreglan el cabello. Se ponen al frente de la cama.
LAS TRES: (Haciendo una reverencia). ¡Listo, querida madre!
MADRE: Entonces, ¿ya pueden darme mi saludo matinal?
NIÑA 1ª: Sí, querida madre, ahora sí podemos.
MADRE: Entonces… ¡Vengan a mis brazos!
NIÑA 3ª: ¡Querida madre! (Se lanza a abrazarla).
MADRE: ¡Amada Eloísa!
NIÑA 2ª: ¡Querida madre! (Se lanza a abrazarla).
MADRE: ¡Preciosa Rubí!
NIÑA 1ª: ¡Querida madre! (Se lanza a abrazarla).
MADRE: ¡Adorada Patricia! (Con las tres encima pierde el equilibrio. Caen las cuatro; todas ríen). Ahora, mis hijas, es el momento de la lección de esta mañana. Vayan por sus cuadernos y sus lápices. (Se levanta).
Las niñas se levantan, van al ropero, sacan los cuadernos y los lápices. Se colocan al frente de la cama.
LAS TRES: (Haciendo una reverencia). ¡Listo, querida madre! (Se sientan al borde de la cama).
MADRE: ¡Muy bien! (Pausa). Repasemos la lección anterior. ¿Quién quiere recitarla?
NIÑA 1ª: (Levantándose). ¡Yo, yo, yo! ¡Yo quiero recitarla!
NIÑA 2ª: (Subiéndose a la cama). ¡Yo, yo, yo! ¡Yo quiero recitarla!
NIÑA 3ª: (Se sube a la cama y salta en ella). ¡Yo, yo, yo! ¡Yo quiero recitarla!
LAS TRES: (Saltando y gritando). ¡Yo quiero recitar! ¡Yo quiero recitar! ¡Yo quiero recitar!
MADRE: (Con firmeza). Mis queridas hijas, ese comportamiento no es de niñas buenas.
LAS TRES: (Haciendo una reverencia). ¡Tienes razón, querida madre!
NIÑA 1ª: (Con urbanidad). ¡Queridas hermanas, reciten ustedes! (Hace una reverencia que mantendrá durante algunos segundos).
NIÑA 2ª: (De la misma manera). ¡Queridas hermanas, reciten ustedes! (Hace una reverencia que también mantendrá durante algunos segundos).
NIÑA 3ª: (Al igual que las otras). ¡Queridas hermanas, reciten ustedes! (También hace la reverencia).
NIÑA 1ª: ¡Insisto! ¡Reciten ustedes!
NIÑA 2ª: ¡Insisto! ¡Reciten ustedes!
NIÑA 3ª: ¡Insisto! ¡Reciten ustedes!
NIÑA 1ª: ¡Insisto! ¡Reciten ustedes!
NIÑA 2ª: ¡Insisto! ¡Reciten ustedes!
NIÑA 3ª: ¡Insisto! ¡Reciten ustedes!
MADRE: (Al borde de la desesperación). ¡Hijitas! ¡Las tres recitarán la lección anterior!
LAS TRES: (Haciendo una reverencia). ¡Como tú digas, querida madre! (Con un tono místico, recitan de memoria): “La lección sobre la importancia de la maternidad en nuestra vida”.
NIÑA 1ª: “Yo soy tu madre y tu diosa”.
NIÑA 2ª: “No hay nadie más importante fuera de mí”.
NIÑA 3ª: “No hay otra madre fuera de mí”.
NIÑA 1ª: “No tomarás el nombre de tu madre en vano”.
NIÑA 2ª: “Honrarás a tu madre y a tu madre”.
NIÑA 3ª: “No matarás, a tu madre”.
NIÑA 1ª: “No robarás, a tu madre”.
NIÑA 2ª: “No darás falso testimonio contra tu madre”.
NIÑA 3ª: “No desearás otra casa que no sea la de tu madre”.
LAS TRES: (Haciendo una reverencia). ¡Listo, querida madre!
MADRE: ¡Estoy muy orgullosa de ustedes! Ahora, escriban la lección de hoy.
LAS TRES: (Haciendo una reverencia). ¡Como tú digas, querida madre! (Se sientan al borde de sus camas para escribir).
MADRE: (Dictando). La madre que se precia de ser una verdadera madre, nunca deja que sus hijas tengan criterio propio; de lo contrario, harían de sí algo que su madre no ha concebido, y llevarían una vida de sufrimiento, zozobra, hambre; sed, ira, soledad; tristeza, angustia, peligro. (Breve pausa). ¡Terminarían en la muerte!
LAS TRES: (Sorprendidas, detienen su escritura). ¿En la muerte?
MADRE: Por lo tanto, hay que obedecer ciegamente a la madre para que vivan por siempre.
LAS TRES: (Se miran entre sí). Nosotras obedeceremos a nuestra madre para vivir siempre.
Continúan escribiendo. NIÑA 1ª detiene su escritura y se pone de pie.
NIÑA 1ª: Madre, ¿descansamos?
MADRE: No.
NIÑA 1ª se sienta y vuelve a escribir. NIÑA 2ª deja de escribir y se pone de pie.
NIÑA 2ª: Madre, ¿reímos?
MADRE: No.
NIÑA 2ª se sienta y vuelve a escribir. NIÑA 3ª deja de escribir y se pone de pie.
NIÑA 3ª: Madre, ¿jugamos?
MADRE: No.
NIÑA 1ª: Madre, ya estamos cansadas y queremos hacer algo que nos entretenga.
NIÑA 2ª: Sí, madre. Hagamos algo divertido.
NIÑA 3ª: ¡Ya sé! ¡Juguemos al desconsuelo!
LAS TRES: (Emocionadas). ¡Sí, madre! ¡Juguemos al desconsuelo! ¡Madre, di que sí!
MADRE: Está bien, juguemos al desconsuelo.
Las niñas se dispersan por la jaula.
NIÑA 1ª: ¡Yo quiero ser… una niña ciega! (Camina dando tumbos con las manos extendidas). ¡No tengo ojos! ¡No tengo ojos! ¡No tengo ojos!
NIÑA 2ª: ¡Yo quiero ser… una inválida! (Se deja caer y esconde sus piernas bajo su vestido). ¡No tengo piernas! ¡No tengo piernas! ¡No tengo piernas!
NIÑA 3ª: ¡Yo quiero ser… una niña perdida! (Solloza y se recuesta en el piso). ¡No tengo madre! ¡No tengo madre! ¡No tengo madre!
MADRE: (Heroicamente). ¡Y yo seré la solución a todos sus problemas! (Triunfante). ¡La dispensadora de consuelo! ¡Iré a donde me necesiten!
NIÑA 1ª: ¡Estoy ciega! ¿Alguien tiene un par de ojos que le sobre? ¡Un ojo, por favor!
MADRE: (Va hasta NIÑA 1ª). ¡Hola, querida muchachita! ¿Qué te sucede?
NIÑA 1ª: Me faltan ojos y estoy desconsolada. ¿Usted me puede ayudar?
MADRE: ¡Claro que te puedo ayudar! ¡Yo soy el consuelo para tu desconsuelo! Espera un momento. (Finge quitarse los ojos; luego finge ponerlos en las manos de NIÑA 1ª). ¡Aquí tienes!
NIÑA 1ª: (Finge ponérselos). ¡Oh, ya siento que funcionan! ¡Ya tengo ojos! ¡Ya tengo ojos! ¡Ya tengo ojos! (Viéndola de arriba abajo). ¡Muchas gracias, dispensadora de consuelo!
MADRE: Disfruta este favor mientras puedas, porque pienso cobrártelo inmediatamente. Mira, como yo soy la dispensadora de consuelo y me he quedado ciega por ayudarte, necesito que seas mis ojos para poder seguir cumpliendo con mi misión dispensadora de consuelo.
NIÑA 1ª: Ciega señora, yo seré tus ojos y te guiaré. Pero, ¿hacia dónde?
MADRE: ¡A donde nos necesiten!
NIÑA 2ª: (Gritando). ¡No tengo piernas! ¡No tengo piernas! ¡No tengo piernas!
MADRE: (A NIÑA 1ª). ¿Escuchas? Por Ahí hay alguien que necesita consuelo.
NIÑA 1ª: ¡Yo te guiaré! (Hace que MADRE ponga sus manos en su cintura, por la espalda. La pasea por la jaula antes de llegar con NIÑA 2ª). ¡Ya llegamos!
NIÑA 2ª: ¡No tengo piernas! ¡No tengo piernas! ¡No tengo piernas!
MADRE: (A NIÑA 1ª): Tú que tienes ojos, dime: ¿qué le pasa a esta persona?
NIÑA 1ª: En seguida. (A NIÑA 2ª). ¿Qué te pasa, muchachita?
NIÑA 2ª: ¿Qué no ves? ¡No tengo piernas y estoy desconsolada! ¿Me pueden ayudar?
NIÑA 1ª: (A MADRE). Que no tiene piernas y está muy desconsolada y que si la podemos ayudar.
MADRE: ¡Claro que la podemos ayudar! Yo soy el consuelo para su desconsuelo. ¡Quítame las piernas y dáselas a ella!
NIÑA 1ª finge quitarle las piernas y luego finge ponérselas a NIÑA 2ª.
NIÑA 2ª: (Emocionada). ¡Oh, ya siento que funcionan! ¡Ya tengo piernas! ¡Ya tengo piernas! ¡Ya tengo piernas!
NIÑA 1ª: (También emocionada). ¡Y yo tengo ojos! ¡Yo tengo ojos! ¡Yo tengo ojos!
MADRE: ¡Ya basta! Dejen de disfrutar el favor que les acabo de hacer, porque se los voy a cobrar de inmediato. (Ellas se tranquilizan). Tenemos que seguir dando consuelo.
NIÑA 2ª: ¡Ciega e inválida señora, yo seré tus piernas! Pero, ¿a dónde iremos?
NIÑA 3ª: (Gritando). ¡No tengo madre! ¡No tengo madre! ¡No tengo madre!
MADRE: (A NIÑA 1ª y a NIÑA 2ª). ¿Escuchan? ¡Nos necesitan! ¡Vayamos!
NIÑA 2ª y NIÑA 1ª arrastran a MADRE hasta donde está NIÑA 3ª.
NIÑA 2ª Y NIÑA 1ª: Ya llegamos.
NIÑA 3ª: ¡No tengo madre! ¡No tengo madre! ¡No tengo madre!
MADRE: (A NIÑA 2ª y a NIÑA 2ª). Niñas, ¿qué tiene esta persona?
NIÑA 2ª Y NIÑA 1ª: (A NIÑA 3ª). ¿Qué te sucede, niña?
NIÑA 3ª: ¿Qué no ven? ¡No tengo madre estoy desconsolada! ¿Me pueden ayudar?
NIÑA 2ª Y NIÑA 1ª: (A MADRE). Que no tiene madre y está muy desconsolada y que si la podemos ayudar.
MADRE: Le daremos consuelo a su desconsuelo. (A NIÑA 3ª). Muchachita, estás de suerte. Yo soy dispensadora de consuelo.
NIÑA 3ª: ¿Eres dispensadora de consuelo?
MADRE: ¡La mejor! (A NIÑA 2ª y a NIÑA 1ª). ¡Ustedes, díganle!
NIÑA 2ª Y NIÑA 1ª: (A NIÑA 3ª). ¡Ella es la dispensadora de consuelo!
NIÑA 3ª: ¿Y ese consuelo es efectivo?
NIÑA 2ª Y NIÑA 1ª: ¡Funciona inmediatamente y con los mejores resultados!
NIÑA 1ª: Yo no tenía ojos, y ahora, ya tengo dos.
NIÑA 2ª: Yo no tenía piernas, y ahora, ya tengo dos.
NIÑA 1ª Y NIÑA 2ª: ¡En minutos verás los resultados!
NIÑA 3ª: (Emocionada). ¡Yo quiero probar! (A MADRE). ¿Podrías ser mi madre?
MADRE: ¡Claro que sí! (Trata de abrazarla, pero no la encuentra).
NIÑA 3ª: (Se acerca para que la abrase. Emocionada). ¡Oh, ya siento que funciona! ¡Ya tengo madre! ¡Ya tengo madre! ¡Ya tengo madre!
LAS TRES: (Se toman de las manos y saltan alegremente). ¡Tenemos consuelo! ¡Tenemos consuelo! ¡Tenemos consuelo!
MADRE: ¡Vengan por el consuelo maternal!
LAS TRES: (Abrazando a MADRE). ¡Ya tenemos madre! ¡Es linda, ciega e inválida, pero es nuestra madre!
Quedan abrazadas por algunos segundos más, sonriendo estúpidamente.
MADRE: Bueno, bueno. Ya jugamos y ahora es tiempo de que se vayan a dormir.
LAS TRES: Pero madre, todavía es de día.
MADRE: ¡No! ¡Ya es de noche!
LAS TRES: ¡Es cierto, ya es de noche! (Pausa). Pero todavía no comemos.
MADRE: ¡Ustedes no tienen hambre!
LAS TRES: ¡Es cierto, no tenemos hambre! (Pausa). Pero no tenemos sueño.
MADRE: ¡Ustedes ya tienen sueño!
LAS TRES: Es cierto, ya… (Bostezan) tenemos… (Bostezan) sueño… (Bostezan).
MADRE: Y ya se quieren dormir.
LAS TRES: (Bostezan). Y ya queremos… (Bostezan) ir a dormir.
MADRE: Quiero mi besito de las buenas noches.
Las niñas van hasta MADRE, la besan. Luego van hacia el ropero, se quitan sus vestidos de princesas y los guardan; se ponen sus pijamas y se colocan delante de la cama.
LAS TRES: (Hacen una reverencia). ¡Listo, querida madre!
MADRE: ¡Duérmanse ya!
Las niñas caen dormidas repentinamente. MADRE sale de la jaula y cierra la puerta con la cadena. Se pone a la puerta a vigilar. Poco a poco se queda dormida. Vuelve a escucharse el aria. Entra DROGADICTO. Busca una posible entrada, sigilosamente para no despertar a MADRE. Así anda durante algunos segundos. MADRE despierta. Cesa el aria.
MADRE: ¿Quién anda ahí? (DROGADICTO se oculta como puede). ¿Quién anda ahí? ¡Responda! (Pausa). Estoy armada y no temo usar la violencia. (Blande sus crucifijos y sus rosarios). Más le vale que se aleje.
DROGADICTO: (Saliendo de su escondite). ¡Querida esposa! (Abre los brazos).
MADRE: ¿Tú? (Con ira). ¡Eres tú!
DROGADICTO: ¿No me vas a saludar como se debe?
MADRE: ¿Cómo te atreves a venir aquí?
DROGADICTO: Relájate, mujer. ¿Así recibes al padre de tus hijas?
MADRE: ¡Oh, no te atrevas a usar esas palabras, que me arde el corazón!
DROGADICTO: Pero, ¿por qué?
MADRE: (Tras una breve pausa). ¡Te odio profundamente!
DROGADICTO: Mujer, por favor relájate. (Se sienta al frente de la jaula). Ven, siéntate a mi lado. Tengo algo que decirte…
MADRE: (Interrumpiéndolo). ¡No volveré a sentarme a tu lado! (Silencio). ¡No soporto tu presencia!
DROGADICTO: ¿Será posible? Pero si antes soportabas tantas cosas. Por ejemplo: que te abriera las piernas hasta que casi te las dislocaba y…
MADRE: (Interrumpiéndolo). ¡Cállate! (Pausa). Más vale que te largues. Soy capaz de sajarte los ojos.
DROGADICTO: ¿Por qué tan violenta? Yo recuerdo que eras tan dócil, que te dejabas hacer casi cualquier cosa…
MADRE: ¡Ahora verás! (Se agazapa y gruñe como fiera). Te mataré si es necesario. (Gruñe y a aúlla. Se lanza contra DROGADICTO. Ambos corren alrededor de la jaula. DROGADICTO desaparece. MADRE regresa a su puesto de guardia, un poco agotada.) Al menos mis hijas siguen durmiendo. (Pausa). ¡Qué bueno que no lo vieron!
DROGADICTO regresa apresuradamente.
DROGADICTO: Mujer, me acabo de dar cuenta que no te dije a qué venía.
MADRE: ¡Maldito! ¡Maldito! ¡Te destruiré!
Vuelven a correr alrededor de la jaula. MADRE gruñendo y aullando, DROGADICTO burlándose de ella. Así durante algunas dos o tres vueltas, hasta que vuelve a desaparecer DROGADICTO. MADRE, mucho más agotada, se sienta a la puerta de la jaula para tomar aire. Regresa DROGADICTO.
DROGADICTO: Lo que te quería decir es que vengo a hacerme responsable de mis hijas. Quiero que sepan que tienen padre.
MADRE: ¡Espera a que te alcance! ¡No quedará nada de ti! (Vuelven a la misma rutina. Sólo que ahora, MADRE apenas puede caminar. Ante esto, DROGADICTO la espera, luego corre más rápido que ella y le saca una vuelta, trota alrededor de ella, luego sale. MADRE mira adentro de la jaula). ¡Mis hijas no tienen padre, las hice yo solita!
Entra DROGADICTO con más calma.
DROGADICTO: ¡Tú sabes que no es cierto! ¡Algo tuve que aportar! (Se toca los genitales).
MADRE: (Hablando con dificultad a causa del cansancio). ¿Quién las trajo a este mundo? ¡Yo! ¿Quién se abrió en dos con un dolor insoportable? ¡Yo! ¿Quién las mantiene vivas? ¡Yo! (Pausa). ¿Con qué derecho vienes a presentarte aquí luego de tantos años? (Pausa). Me habías prometido estar conmigo, pero me abandonaste.
DROGADICTO: (Lía un cigarro de mota). Hace muchos años era imprudente, inmaduro, soñador, en pocas palabras: un verdadero cabrón… (Enciende el cigarro y da una bocanada). Pero ya no. Me acaba de entrar el instinto paternal. Por eso vengo a ver a mis hijas, quiero llenarlas de besos, caricias y abrazos. (Vuelve a fumar). ¿Te parece bien?
MADRE: Jamás lo permitiré. (Comienza a recuperar su energía).
DROGADICTO: (Como en una ensoñación). Imagínate, yo de padre.
MADRE: Jamás lo permitiré.
DROGADICTO: ¿Ya les diste nombre? No te ofendas, pero quisiera quitárselos para ponerles uno de mi propia inspiración, ¿no crees?
MADRE: Jamás lo permitiré.
DROGADICTO: Pero lo que más quiero, es darles consejos y lecciones sobre la vida que hay afuera de esa jaula. (Vuelve a fumar). ¿Cómo ves?
MADRE: (Con mayor energía). ¡Jamás lo permitiré! (Le muerde en el brazo).
DROGADICTO grita, se escabulle y se pone a cierta distancia de MADRE quien entra apresuradamente a la jaula.
DROGADICTO: ¡Cabrona! Por poco me arrancas un pedazo. (Sobándose). Hija de tu pinche madre, ¿qué tal si se me infecta? Quién sabe en dónde ha estado esa boca.
MADRE lo ignora. De su vestido hace tres jirones y entra a la tienda aprisa para despertar a las niñas.
MADRE: ¡Despierten, hijas mías, despierten!
LAS TRES: (Asustadas). ¿Qué sucede, madre?
MADRE: ¡No abran los ojos! Esperen a que se los cubra.
LAS TRES: (Haciendo una reverencia). Como tú digas, querida madre.
MADRE les cubre los ojos con los jirones de tela.
DROGADICTO: (Sobándose). ¿Qué estás haciendo, mujer?
MADRE: ¡Las oculto de ti! (A las niñas). Hijitas mías, ¿recuerdan que les dije que en este mundo hay gente malvada?
LAS TRES: Sí lo recordamos, querida madre.
MADRE: Pues esa gente malvada está aquí afuera.
LAS TRES: ¿En verdad, querida madre?
MADRE: ¡Sí! Y quiere manchar mi imagen y me las quiere quitar. ¿Recuerdan el entrenamiento? ¿Recuerdan lo que debemos hacer en estos casos de emergencia?
LAS TRES: Sí lo recordamos, querida madre.
MADRE: Entonces… ¡En guardia!
Las niñas se agazapan y gruñen amenazantes.
DROGADICTO: ¿Eso es lo que les has enseñado?
MADRE: No podrás acercarte a ellas jamás.
DROGADICTO: Estoy decidido a que ellas me reconozcan como su padre, y haré todo lo que esté en mi poder para lograrlo. Ya lo verás. (Poco a poco se va alejando, sin dejar se sobarse el brazo). Ya lo verás. (Se aleja un poco más). Ya lo verás. (Sale pero a los pocos segundos regresa furioso). Las buscaré y no podrás evitar que llegue a conocerlas. (Sale. Vuelve a escucharse el aria. MADRE comienza a tranquilizar a las niñas hasta dejarlas dormidas. Luego, con mucha precaución, cierra la puerta de la jaula. Luego de varios minutos de vigilancia, se queda dormida. Entra DROGADICTO, vestido de payaso. Trae un pastel con tres velas que sirve a la mesa y comienza a arrojar serpentinas a MADRE. Ésta se despierta. Cesa el aria. Cantando). ¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños, querida madre… feliz cumpleaños a ti! ¡A ti mis respetos, señora, señora, señora!
MADRE: (Se quita las serpentinas que la cubren). ¿De qué se trata esto?
DROGADICTO: De festejarte.
MADRE: ¿Festejarme? ¿Por qué?
DROGADICTO: ¡Por el día de la madre!
MADRE: (Sorprendida). No me digas que es hoy.
DROGADICTO: (Emocionado). ¡Hoy, mañana y siempre! (Arroja más serpentinas y hace bulla). ¡Vamos a bailar! ¡Vamos a cantar! (Zapatea, da saltos de alegría. Se detiene al ver la seriedad de MADRE). ¿Por qué no bailas?
MADRE: Hay algo sospechoso en este festejo.
DROGADICTO: Deja tus sospechas para otro momento. ¡Festejemos tu maternidad! (Le acerca el pastel). Te hice este pastel. Sopla y pide un deseo.
MADRE: (Se incorpora y observa detenidamente el pastel). ¿Está envenenado?
DROGADICTO: ¡No! ¡Cómo crees! Yo soy incapaz de hacerte daño. (Pausa). ¿No vas a soplar las velas y a pedir un deseo?
MADRE: (Firmemente). No, no quiero
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DROGADICTO: Bueno… bueno… si tú no quieres soplar las velas y pedir un deseo, lo haré yo. (Toma el pastel y lo lleva al otro extremo del escenario. Sopla las velas. A parte, con los ojos cerrados). ¡Quisiera que la madre de mis hijas me reconociera ante ellas!
MADRE: (Serenamente). Ya sé lo que tramas.
DROGADICTO: (Sorprendido). ¿Qué dices?
MADRE: No hay nada que puedas ocultarme. (Con desprecio). Pobre hombre, qué desesperado te ves. (Se agazapa y gruñe nuevamente).
DROGADICTO se pone a cierta distancia de MADRE quien vuelve a su guardia. Recoge sus serpentinas, el pastel y camina tristemente mientras sale. Rápidamente regresa vestido de mariachi.
DROGADICTO: (Gritando). ¡Échale, mariachi! ¡Por ella, aunque mal pague!
MADRE: ¿Y esto? ¿Qué te pasa? (Cuando se da cuenta de lo que pasa, mira a DROGADICTO, expectante).
DROGADICTO: Te traje serenata para que se te llene el corazón de amor y caigas rendida a mis pies. (Toca la guitarra). Te voy a dedicar una canción, a ver si me devuelves tu cariño.
Toca algunos acordes, afina la voz. MADRE, fastidiada, va y le afloja las cuerdas a la guitarra. DROGADICTO no deja de tocar no obstante que los acordes se van escuchando desafinados. Se detiene hasta que las cuerdas cuelgan. DROGADICTO queda pensativo durante algunos instantes. MADRE vuelve a corretearlo alrededor da la jaula. DROGADICTO desaparece casi de inmediato. Vuelve a escucharse el aria. MADRE vuelve a su guardia. Durante unos instantes, ella está complacida por haber alejado el peligro. Súbitamente el aria es interrumpida por música disco y la luz comienza a bajar. Hay humo, baja una esfera de cristal, etc. MADRE está sorprendida. Entra DROGADICTO vestido con traje de cuero con cadenas, trae consigo una silla y un látigo. Va hacia MADRE seductoramente.
DROGADICTO: ¿Me recuerdas?
MADRE: ¡No, no puede ser! (Se tapa los ojos). ¡No, no es cierto! ¡Desaparece! ¡Desaparece!
DROGADICTO: Soy el recuerdo más profundo y más reprimido dentro de ti. Pero también soy el recuerdo que más anhelas hacer realidad nuevamente. ¡Soy quien te hizo mujer!
MADRE: ¡No es cierto! ¡No es cierto!
DROGADICTO: Dame tu mano.
MADRE: ¡Jamás!
DROGADICTO: (La toma por la fuerza de la mano). ¡Que me des tu mano! (La sienta en la silla, luego, azota el látigo varias veces). ¿Te gusta, verdad? ¿Lo estás disfrutando, verdad? (MADRE se cubre los ojos). Puedo ver que bajo tus manos, tu cara comienza a tener un gesto de placer. No lo niegues. (Azota el látigo). ¡Quieres que te azote! ¡Quieres que te azote una y otra vez! Como en aquella noche en la que estabas sola en tu casa. ¿Lo recuerdas? Primero te tomé la mano. (Lo hace. MADRE se deja llevar). Luego, en un arrebato de lujuria, te besé así. (Lo hace). Luego, te hice un baile y me desnudé.
Comienza a bailar y a quitarse la ropa lentamente. MADRE se resiste en un principio, pero, ante el baile, comienza a fascinarse. Lo observa emocionada, comienza a manosearlo. Se va oscureciendo la escena. Cuando DROGADICTO está completamente desnudo, se abalanza sobre la madre y le abre las piernas y comienza a penetrarla. MADRE grita de placer y de dolor. En estos instantes las niñas se despiertan y observan a su madre contorsionándose.
NIÑA 1ª: ¿Qué le pasa a nuestra madre?
NIÑA 2ª: Se está moviendo.
NIÑA 3ª: Parece que la están matando.
NIÑA 1ª: ¿Por qué grita?
NIÑA 2ª: ¿Está sufriendo?
NIÑA 3ª: Parece que está gozando.
NIÑA 1ª: Parece que hay alguien encima de ella.
NIÑA 2ª: Yo veo un torso encima de ella.
NIÑA 3ª: Yo veo un par de piernas entrelazadas. Un par es de mi mamá.
NIÑA 1ª: El segundo par es de alguien que está bien peludo.
NIÑA 2ª: Se ven unas…
NIÑA 3ª: Se ve un…
LAS TRES: (Sorprendidas). ¿Qué le está metiendo a mi mamá?
MADRE: (Gritando de placer). Sí, sí, así.
DROGADICTO: ¿Quién es su padre? ¿Quién es su padre?
MADRE: (Gritando). ¡Tú eres su padre!
LAS TRES: (Emocionadas). ¡Un padre, un padre! ¡Ahí hay un padre!
MADRE: Tú lo eres. Tú lo eres.
Tienen un orgasmo. Las niñas se sorprenden ante lo grotesco de la escena. Ágilmente DROGADICTO comienza a vestirse, mientras que MADRE lo hace con dificultad. A partir de este momento ella quedará tendida en el piso. La luz va subiendo. DROGADICTO abre la puerta de la jaula, se acerca a las niñas y las abraza tiernamente.
DROGADICTO: (A las niñas): Hijas, ¡yo soy su padre!
LAS TRES: (A MADRE). ¿Quién es él, madre?
MADRE: (Agotada). No es nadie.
LAS TRES: Dijo ser padre de alguien.
MADRE: Está mintiendo.
LAS TRES: (A DROGADICTO). ¿Eres tú mi papá? Creo que te pareces a mí.
DROGADICTO: ¡Hijas, yo soy su padre!
LAS TRES: (Sorprendidas). ¡OHHHHHHHHHHHHHHH!
DROGADICTO: (Las toma de la mano y las saca de la jaula). ¡Y ahora las declaro libres! (Las pasea durante alrededor de la jaula). ¿Ven? De esto se trata la libertad.
LAS TRES: No conocemos esa palabra.
DROGADICTO: Lo sé. Pero ya la irán conociendo junto con otras verdades. Por ejemplo, ésta. (Se quita la camisa para mostrar su torso). Así es el cuerpo de un hombre.
LAS TRES: ¿Qué es un hombre?
DROGADICTO: Pues alguien como yo.
LAS TRES: ¡OHHHHHHHHHHHH!
DROGADICTO: Y esto son manos.
LAS TRES: ¡OHHHHHHHHHHHH!
DROGADICTO: Y esto, (Se da la vuelta, se baja los pantalones y hace mímica de mostrarles su pene) se llama pene.
LAS TRES: ¡OHHHHHHHHHHHHH!
DROGADICTO: Todo esto que les acabo de mostrar, sirve para una sola cosa.
LAS TRES: ¿Qué cosa?
DROGADICTO: ¡Para la reproducción!
LAS TRES: ¡OHHHHHHHHHHHHH! (Pausa). ¿Y cómo podemos reproducirnos?
DROGADICTO: ¡Ah! Eso se los diré inmediatamente.
MADRE: (Desesperada). ¡No! ¡No lo hagas!
DROGADICTO: ¿Y por qué no he de hacerlo?
MADRE: Porque no quiero que pasen por lo mismo que yo. Sería una maldición. ¡No quiero que se encuentren a alguien que les abra las piernas y las rompa! No quiero que lo lleguen a gozar, porque sé que van a querer más y más.
DROGADICTO: (A MADRE). Entiendo tu posición, pero creo que la mía es más fuerte. Quiero tener descendencia. (Como en una ensoñación). Tener nietos. (Vuelve en sí). Así que, me perdonas pero les voy a enseñar cómo es este asunto de la reproducción. (A las niñas, como dictando una lección). Miren… (Se sube los pantalones y comienza a caminar alrededor de ellas). Llegará el día en que notarán que sus pezones se hinchan.
LAS TRES: (Se ponen de pie y se examinan los senos). Eso ya está sucediendo.
DROGADICTO: Y luego, notarán que, allá abajo, un calor extraño nace de ahí (Señala sus vientres). Se darán cuenta que, a pesar de ser calor, ustedes se humedecen. Y sienten ganas de que tocarse el cuerpo. (Pausa) De que alguien más las toque.
LAS TRES: Estamos sintiendo eso.
MADRE: (Gritando, agotada). ¡Hijas, no hagan caso de sus palabras! Él es una presencia endemoniada. Si le hacen caso, morirán.
Las niñas comienzan a excitarse. Se tiran en el piso y comienzan a tocarse.
LAS TRES: Me humedezco. Hace calor. ¡Queremos tocarnos! ¡Que alguien nos toque!
MADRE: Deténgase ahora que pueden hacerlo. ¡La muerte! ¡Acuérdense de la muerte!
LAS TRES: ¡Un hombre! ¡Un Hombre! ¡Un hombre! ¡Un Hombre!
DROGADICTO: (A MADRE). ¿Lo ves? A este paso, solamente les falta un hombre para que se cumpla nuevamente el milagro de la reproducción. Todo gracias a mí.
DROGADICTO camina alrededor de la jaula, pavoneándose. Las niñas gimen y se arrastran placenteramente en el piso, mientras gritan:
LAS TRES: ¡Un hombre! ¡Un Hombre! ¡Un hombre!
NIÑA 1ª: ¡Quiero que me toquen!
NIÑA 2ª: ¡Quiero ser tocada!
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano!
MADRE: (Tratando de ponerse de pie). Tengo que evitarlo. Tengo que evitarlo. Tengo que rescatar a mis niñas. Que no les suceda lo que a mí.
NIÑA 1ª: ¡Quiero que me toquen!
NIÑA 2ª: ¡Quiero ser tocada!
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano!
MADRE: (Logrando mantenerse de pie, las observa con preocupación). ¿Qué pensará Dios de esto? (Pausa). Debo recurrir a mi arma secreta. (Comienza a tomar fuerza).
MADRE, saca de su manga sendo rosario. Lo contempla, lo acaricia para recuperar su fuerza. Logra juntar la suficiente como para caminar hacia DROGADICTO, a quien toma por sorpresa por la espalda y lo ahorca con el rosario. Mientras tanto, las niñas siguen en su agonía de placer.
NIÑA 1ª: ¡Quiero que me toquen!
NIÑA 2ª: ¡Quiero ser tocada!
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano!
NIÑA 1ª: ¡Quiero que me toquen!
NIÑA 2ª: ¡Quiero ser tocada!
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano!
MADRE, una vez que ahorca a DROGADICTO, lo patea, lo golpea, lo muerde. Luego, lo arrastra fuera del escenario. Después regresa con las niñas.
NIÑA 1ª: ¡Quiero que me toquen!
NIÑA 2ª: ¡Quiero ser tocada!
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano!
NIÑA 1ª: ¡Quiero que me toquen!
NIÑA 2ª: ¡Quiero ser tocada!
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano!
MADRE: (De su pecho saca una estampita religiosa. Emocionada) ¡La estampa de la Virgen Perenne, hacedora de clausuras! Con ella las detendré. (Leyendo). Por el poder que me concede esta oración, yo pido al poder superior que detenga completamente esta embestida del demonio. (En una invocación). Ahora que más te necesito, poder superior, ayuda a tu esclava. (Gritando). ¡Ayuda a tu esclava y detenlas!
Las niñas se detienen súbitamente. Se encuentran desconcertadas.
LAS TRES: ¿Qué sucedió, madre?
MADRE: Nada, hijitas. Nada. (Breve pausa). Esperen aquí un momento.
LAS TRES: Como tú digas, querida madre.
MADRE sale apresuradamente. Las niñas vuelven a gemir.
NIÑA 1ª: ¡Quiero que me toquen!
NIÑA 2ª: ¡Quiero ser tocada!
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano!
NIÑA 1ª: ¡Quiero que me toquen!
NIÑA 2ª: ¡Quiero ser tocada!
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano!
MADRE regresa con una cubeta llena de tierra. Se acerca a NIÑA 3ªy la conduce adentro de la jaula. Las otras dos siguen en el piso.
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano! ¡Quiero una mano! ¡Quiero una mano!
MADRE: (Lee la estampita). Para evitar que el calor interno se propague.
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano! ¡Quiero una mano! ¡Quiero una mano!
MADRE: (Lee la estampita). Es menester cubrir con tierra para evitar que el calor incinere.
NIÑA 3ª: ¡Quiero una mano! ¡Quiero una mano! ¡Quiero una mano!
MADRE: Recuéstate. (Lee la estampita): Yo te consagro totalmente a la virginidad, tapando tu vientre para evitar que tú lo invadas o que alguien más lo invada. (Vacía la cubeta de tierra) Te declaro clausurada.
NIÑA 3ª: ¡Oh, madre! Ya siento que funciona.
MADRE va por NIÑA 2ªy la conduce al lado de NIÑA 3ª.
NIÑA 2ª: ¡Quiero ser tocada! ¡Quiero ser tocada! ¡Quiero ser tocada!
MADRE: Ven, hija mía. Es tu turno. (Lee la estampita) Yo te consagro totalmente a la virginidad, tapando con tierra tu vientre para evitar que tú lo invadas o que alguien más lo invada. (Vacía la cubeta de tierra) Te declaro clausurada.
NIÑA 2ª: ¡Oh, madre! Ya siento que funciona.
MADRE va por NIÑA 1ªy la conduce al lado de NIÑA 2ª.
NIÑA 1ª: ¡Quiero que me toquen! ¡Quiero que me toquen! ¡Quiero que me toquen!
MADRE (Lee la estampita): Yo te consagro totalmente a la virginidad, tapando con tierra tu vientre para evitar que tú lo invadas o que alguien más lo invada. (Vacía la cubeta de tierra) Te declaro clausurada.
NIÑA 1ª: ¡Oh, madre! Ya siento que funciona. El calor disminuye.
MADRE (Leyendo de frente a ellas): ¡Y que ustedes sean una nueva especie de mujeres! (Grita) ¡Siemprecastas! ¡Siemprevirgenes! ¡Siempreclausuradas! (Deja de leer. Se serena) Ahora, estarán protegidas para la eternidad.
Se escucha el aria. MADRE va por los cirios, los pone delante de las muchachas
.
MADRE: (A parte). Ya tengo el control completo sobre mis hijas; no hay nadie que pueda arrebatármelas; mis hijas son completamente puras. Solamente tienen la parte que viene de mí y puedo hacer con ellas lo que mejor les convenga. No permitiré que pasen lo mismo que yo. Cuando tenía la edad de mis hijas, descubrí un calor interno que me humedecía y me hacía desear una mano, la mía o la de otro. Entonces, me encontré a alguien que me abrió las piernas y me rompió. Por su culpa, me volví una caliente y anduve buscando cariño, buscándome a mí misma en el sexo. (Pausa) No permitiré que mis hijas pasen por eso.
MADRE va al ropero, saca los mantos blancos y azules, y se los da a las niñas para que los usen. (El manto azul lo usarán en la cabeza). MADRE toma las veladoras, las enciende y se las da a las niñas.
LAS TRES: ¿Para qué es esto, querida madre?
MADRE: Ya lo entenderán. (Enciende los cirios). Hago una descripción de una acción mala que realicé cuando era una joven inexperta. (De la otra manga de su vestido, saca una hoja de papel para leerles). “Tuve un novio a los catorce años”.
LAS TRES: (Dándose golpes de pecho). Dios santo, Dios santo.
MADRE: Una noche, cuando mi madre se fue a comprar la leche y nosotros estábamos sentados afuera de la casa… nos tomamos de la mano.
LAS TRES: ¡Dios santo, Dios santo!
MADRE: Luego, sucedió lo peor que pudimos hacer hecho: nos besamos en la boca.
LAS TRES: (Alzan los brazos al cielo). ¡Oh, Dios! ¡Perdona a nuestra madre pecadora!
MADRE: (Deja de leer). Hijas, eso fue hace muchos años. Ya no soy igual. Me he arrepentido.
LAS TRES: Te creemos, madre, te creemos.
MADRE: Y cada día soy más distinta.
LAS TRES: Te creemos, madre, te creemos.
MADRE: Soy cada vez más bondadosa.
LAS TRES: Te creemos, madre, te creemos.
MADRE: Y cada vez me intereso más en ustedes.
LAS TRES: Te creemos, madre, te creemos.
MADRE: Gracias, gracias. (Pausa). Con esto que acabo de hacer, evitaré que ustedes pasen por lo mismo. No como otras hijas, de otras madres que conozco. (Pausa). Hay madres que andan muy mal. (Pausa). ¿Qué pensará Dios de esto?
LAS TRES: Muchas gracias, querida madre. (Hacen una reverencia, como pueden).
MADRE: Así permanecerán seguras para siempre.
Camina delante de ellas como un guardián. Sea escucha el aria mientras cae el telón.