Son pocos los libros que he releído y releído una y otra vez con asombro. Por lo común un texto sólo tiene la fuerza para sorprender una ocasión. Por ejemplo cuando leí La náusea de Sartre tuve mucho ánimo e interés en lo que decía, pero cuando terminé el libro y volví a la primera página supe que el texto por el momento ya no me revelaba nada. Se había consumido en una primera vuelta.
Así me pasa la mayoría de las veces; no obstante, como es de esperarse, tengo excepciones. Una de ellas ha sido Absalom, Absalom! de William Faulkner. Es uno de esos libros circulares que al terminar de leerlo no quiere decir que lo has acabado, sino que simplemente has transcurrido por el primer círculo y que al abrir otra vez la primera página empiezas a ver con mayor claridad lo que a primera vista parecía insignificante. Otro ejemplo de este tipo de textos es la consabida novela de Juan Rulfo Pedro Páramo. Son obras que en lugar de morir, al finalizarlos, recobran más vida. El tercer libro que por lo pronto agregaría a esta lista es Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato (la he leído tres veces en menos de un año). Sin duda está a la altura de las otras dos mencionadas. Seguir leyendo