¿Cómo superar el relativismo en el cual nuestra sociedad ha entrado? Se observa que el rigor y la exactitud son solamente pretensiones que a la más pequeña sacudida se desploman. ¿Estamos en un laberinto sin salida donde por un lado tenemos la frase “todo es válido” y por otro “la verdad es sólo mía”?
Un filósofo lagunero
Mauricio Beuchot nació en Torreón, Coahuila, México, el 4 de marzo de 1950. Desde muy joven su formación ha sido jesuita. Realizó sus estudios en el Colegio Carlos Pereyra de la Compañía de Jesús, así como también, más tarde, se doctoró en filosofía en la Universidad Iberoamericana. Después de pasar por el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, desde 1991, ha estado incorporado al Instituto de Investigaciones Filológicas de la misma casa.
Muchas veces ha comentado que gracias a este cambio pudo desarrollar su propuesta de la hermenéutica analógica, debido a que durante los años que trabajó en el Instituto de Investigaciones Filosóficas se dedicó al estudio de la Filosofía Analítica, la cual basa su pensamiento en una estructura lógico matemática con tendencia positivista, corriente que según el mismo Beuchot no puede explicar con plenitud la realidad del hombre. Esto ocurre porque, a raíz de las teorías de autores como Ludwig Wittgestein, Martín Heidegger y Paul Ricoeur, se considera, y hasta cierto punto quedó comprobado con las atrocidades del siglo XX, que el lenguaje lógico matemático no incluye dentro de su mensaje las contradicciones inherentes a la vida humana.
El desarrollo de su teoría
Cuando Mauricio Beuchot tuvo que incorporarse al Instituto de Investigaciones Filológicas se dio cuenta de que sus aportaciones serían más valiosas si las hacía desde el punto de vista de la Hermenéutica, es decir desde la interpretación. A partir de ese entonces Mauricio Beuchot ha trabajado por encontrar un método que nos permita interpretar de una manera más verdadera la realidad.
El filósofo lagunero parte de los siguientes supuestos; por un lado tenemos a la modernidad con su pretensión de exactitud y progreso medible con precisión, cuestión que él mismo ha llamado como la “univocidad”; y por otro lado tenemos a la posmodernidad o “tardo modernidad” con su desgaste y su incapacidad de precisar nada, con su escepticismo radical ante cualquier posibilidad de exactitud, lo cual ha llamado “equivocidad”. Según Beuchot esta dicotomía en el tiempo contemporáneo es caduca. Ninguna de las dos vías nos permite interpretar (hacer una hermenéutica) de la realidad, muy por el contrario la primera nos lleva al radicalismo, y la segunda, al caos. De ahí se entiende que por nuestra incapacidad de interpretar los hechos de la vida, se derivan muchos de los problemas políticos, económicos y sociales de nuestra época.
Beuchot basa su teoría en la tradición más antigua de la filosofía occidental, aquella que surgió con los pitagóricos y que también pasó por el pensamiento Aristotélico-tomista. Comenta que el principio básico de su propuesta es la analogía, lo cual según la tradición latina, fue lo que los romanos tradujeron del griego ανάλογος, como proportio, es decir proporción. Beuchot lo que asevera es que la interpretación de la realidad debe hacerse siguiendo el principio de proporción, es decir de analogía.
A simple vista lo que el filósofo lagunero plantea puede resultar de lo más evidente; sin embargo, dadas las circunstancias actuales de confusión, para comprender a cabalidad su teoría es necesario profundizar. La analogía que Beuchot desarrolla no solamente es numérica (2:4:4:8), sino que incluso puede llegar a ser ética y metafísica. Es ahí donde las contradicciones de la vida del hombre pueden interpretarse, problema que no resuelve el pensamiento lógico matemático.
Siguiendo la ruta que traza, una de las cuestiones que se olvida cuando se habla de lo análogo es el concepto de frónesis. La analogía no solamente significa semejanza, sino también diferencia. El camino para calibrar la semejanza y la diferencia en la justa proporción se logra mediante la frónesis. Aristóteles en muchos de sus tratados menciona este último concepto y se ha dado por traducirlo como la “prudencia”. Ahora bien, la prudencia en este contexto no debe entenderse solamente como templanza, o como “el hecho de decir lo correcto, de la manera correcta, en el momento correcto, a la persona correcta”, sino como la capacidad de asir las cualidades de los entes del mundo en su proporción auténtica. Dice Beuchot que lo que hace que la analogía sea válida y en especial sea verdadera es este concepto. Una analogía sin frónesis (prudencia) tiende a ser una falsa analogía (en el campo de la literatura, sería lo equivalente a una mala metáfora). No se trata solamente de encontrar las semejanzas, sino de encontrarlas en una justa proporción, por medio de la prudencia.
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Siguiendo este camino, según la hermenéutica analógica, podemos tener más certeza de interpretar la realidad de una manera justa, pues así lo haríamos siguiendo sus proporciones, al mismo tiempo que trascendemos la problemática de la “univocidad” y la “equivocidad”. La analogía permite tener un analogado principal, con muchos otros secundarios. Permite tener una lógica y una verdad flexible. De este modo se evita el radicalismo y el nihilismo. Por citar un ejemplo podemos decir que todas las religiones tienen una divinidad creadora, la cual sería el analogado principal; los secundarios serían los diferentes nombres que se le da a ese dios creador: Jehová, Alá, Dios, Buda, etcétera. Todos ellos apuntan a una verdad común que mediante la analogía se flexibiliza, dejando sin lugar al radicalismo, así como al nihilismo, el cual podría argumentar que todo lo que dicen las religiones es falso. Son falsas en el radicalismo (univocidad) pero no así en la analogía (proporción prudente), ya que podemos ver una intención de valorar la vida.
Aplicaciones en otras áreas del conocimiento
Mauricio Beuchot es un filósofo que a lo largo de su carrera ha querido sacar a la filosofía de su torre de marfil, ha intentado que sus ideas puedan tener un uso práctico y que puedan beneficiar a la sociedad de un modo concreto. En distintos foros ha señalado que la hermenéutica analógica, puede ser utilizada en la política, en la ética, en la educación, en la economía, en la historia, en las artes y desde luego en la filosofía.
Uno de los beneficios mayores que esta postura genera es su capacidad de integración. La época que nos ha tocado vivir es en muchos aspectos una época de segregación. Se señalan las diferencias en lugar de las semejanzas de una manera desproporcionada. El radicalismo está a la vuelta de la esquina y no se ha encontrado un argumento convincente que logre neutralizarlo. ¿Cómo encontrar una posibilidad de diálogo entre los problemas actuales del Oriente Medio y Occidente? Mauricio Beuchot diría que aceptando la diferentica y la semejanza en la justa proporción, mediante la prudencia. Desde luego que para una mirada unívoca de la realidad esto es imposible. Pero para un latinoamericano, el cual según el filósofo lagunero es el análogo por excelencia, quizá no lo sea tanto. La aparición de filósofos como Mauricio Beuchot demuestra o al menos deja entrever que muchas de las soluciones de nuestro tiempo se encuentran en el pensamiento de América Latina. El latinoamericano como persona análoga de otras culturas (debido a su heterogeneidad, es al mismo tiempo semejante y diferente) si asume esa cualidad cultural podría enseñarle una nueva ética a los países radicalizados.