Alfredo Loera

COLUMNA

Por Alfredo Loera

Columna

El hombre rebelde y los nuevos totalitarismos (Parte I)

No cabe duda estamos viviendo un eterno retorno. Yo no sé si tenga sentido aprender Historia. Lo digo con cinismo, lo digo porque a pesar de tener todas esas universidades, cursos y libros, no le sacamos provecho al estudio de la Historia. Aquí estamos otra vez frente al fascismo y frente a la izquierda dogmática. Por desgracia muchos de mis alumnos de universidad no tienen la más mínima idea de lo que significa eso. Muchas veces me he detenido en mis clases de inglés para hablarles de Historia, en mis clases de literatura a veces paso toda la sesión contextualizando porque no saben que hubieron dos Guerras Mundiales, una Guerra Fría, una Revolución Mexicana, una Guerra de Reforma, todo eso sólo para leer un simple poema de cinco o diez líneas. ¿Dónde están los maestros de Historia? ¿Dónde están los maestros críticos de Historia? Porque no basta con que se les digan las fechas y los acontecimientos, sino también que se les haga ver a los estudiantes las manipulaciones ideológicas tanto de Izquierda como de Derecha. Pero quizá pido demasiado, en Estados Unidos y en Canadá, a pesar de que se supone allá sí estudian, se encuentran socialmente también en malas condiciones. Estados Unidos ha entrado en el proceso del fascismo. Seamos honestos transcurrirán muchos años para que el trago amargo pase. Quizá una Tercera Guerra, que dadas las condiciones no me sorprendería. No tengo una fuente confiable, ni pruebas, pero he leído y escuchado que el día que Estados Unidos bombardeé Damasco será el inicio de la Tercera Gran Guerra. Hace cinco años esto era inconcebible, ahora ya no es tan improbable (más información aquí).

Asimismo, Canadá, aquel país idealizado, parece que destapó la caja de Pandora, debido a que por una confusión ideológica emanada principalmente del movimiento Social Justice Warriors (SJW), la libertad de expresión está seriamente amenazada (en México también la libertad de expresión se acaba el 1° de febrero). La implementación de las nuevas políticas C-16 del Human Rights Code de Ontario, podrían generar un estado de cosas muy a la manera de como sucedía en la distopía creada por George Orwell en su novela 1984. Por un afán liberador, se está llegando a un nuevo totalitarismo; se busca construir legalmente un neolenguaje y un estado de constante vigilancia para el uso de ese neolenguaje.

Caso Jordan Peterson

En este texto por cuestiones de tiempo, no explicaré por qué en Estados Unidos estamos enfrentándonos con un protofascismo o fascismo a secas, para aquellos que deseen más información (aunque dicho caso parece obvio en el personaje de Donald Trump, no tanto así en Hillary Clinton) pueden buscar los análisis de Jenaro Villamil o dar click aquí para los que dominan el inglés.

Por el contrario, voy a enfocarme en la otra cara de la moneda, la cual también merece nuestra atención, para quizá de esa manera en Latinoamérica trascender tales confusiones ideológicas, y más bien buscar lo que es verdadero. Sin más preámbulo deseo contextualizar.

Jordan Peterson es un psicólogo clínico, catedrático de la Universidad de Toronto. Fue autor de un libro al parecer medianamente importante titulado Maps of Meaning (1985). Digamos que sus posturas intelectuales son críticas de la modernidad y desde mi perspectiva válidas, aunque dependientes de otros pensadores como Jung, Freud, Dostoievski, Camus, entre otros. Desde luego esto no lo considero en ningún sentido como un defecto, sino solamente como el estado de las cosas. Peterson intelectualmente es un continuador. Por otra parte, Peterson ha tomado relevancia no por la originalidad de sus teorías sino por la defensa de la libertad de expresión.
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Desde el septiembre pasado (2016) a la fecha, Peterson, de ser relativamente desconocido, ha cobrado gran relevancia social, al menos en Canadá, debido al debate surgido por la implementación de la reforma al Código de Derechos Humanos de Ontario (para mayor información aquí).

Jordan Peterson ha manifestado que las modificaciones a dicho Código son graves violaciones a la libertad de expresión. Sé que con lo que voy a explicar podrá dar la impresión de que Peterson es otro fascista más, pero si se analiza bien su discurso y se observan las posturas abiertas de sus propuestas y argumentaciones, si todavía no se ha entrado en la época del Post-Truth, se puede señalar que los comentarios de Peterson se necesitan considerar.

Peterson critica la política de género, asevera que no hay suficiente evidencia científica para tomar a dicha corriente como una ley natural o psicológica; asimismo ha comentado que el uso de nuevos pronombres para referirse a las personas “gender fluid” es una falsa solución al problema de la discriminación sexual. Es importante señalar que él no niega la existencia de dicha discriminación y condena que ocurra, pero también afirma que la invención de pronombres nuevos tampoco es la solución a esa realidad; ha comentado que más bien se trata de una evasión. En cualquier caso, se puede estar a favor o en contra de las posturas de Peterson. De hecho, ese no es el problema del debate que se ha suscitado. El problema es la persecución ideológica y hostigamiento personal que Peterson ha recibido por parte del movimiento SJW (aquí un ejemplo). Esa sin duda es la peor cara de lo políticamente correcto. ¿A qué me refiero con esto? A que no se puede prohibir discernir, mucho menos cuando el disenso es argumentado como lo hizo Peterson. En un debate no es válido esperar que el adversario se calle y se convenza de una postura contraria simplemente porque se le grita en la cara que está equivocado.

A pesar de todo, la cuestión no acaba aquí y Peterson no está preocupado por la política de género, sino por las violaciones a la libertad de expresión que implican las modificaciones del Código de Derechos Humanos de Ontario. Según Peterson, dichas modificaciones implicarían que cualquier crítica razonada, argumentada y noble puede ser acusada de “Hate Crime” (Crimen de Odio). Es decir que, una vez aprobada la modificación, cualquier comentario crítico, digamos cualquier artículo periodístico en disenso, aunque esté lo mejor intencionado posible, vuelvo a insistir, pero que critique a la comunidad SJW será considerado como Crimen de Odio. Esto quiere decir, para efectos prácticos, que ya no podrá hablarse del tema de la política de género a no ser que el hablante esté dispuesto a ser acusado de Odio y entrar en la cárcel.

Y sin embargo, el problema no acaba aquí, la nueva legislación de Ontario consideraría como Crimen de Odio si usted hace un comentario que la comunidad SJW considere ofensivo, no importa si tal comentario se hace de manera consciente o inconsciente. También su empleador será culpable, ya que su empleador deberá vigilar que usted no exprese nada que, sin importar su consciencia o inconsciencia, alguien pueda considerar ofensivo. Según el psicólogo Jordan Peterson esto es el inicio de un sistema totalitario. Oyendo su argumentación (aquí) uno puede ver que ciertamente lo es. El uso obligatorio de nuevos pronombres (hecho que puede resultar absurdo según este otro legislador alemán, aquí), siguiendo el pensamiento de George Orwell, podría ser considerado como neolenguaje. El problema no son los nuevos pronombres sino la regulación obligatoria de los mismos, y la estructuración de la vigilancia continua, con la consecuente amenaza de cárcel a quien no los use. Peterson argumenta: El Estado me puede prohibir usar ciertas palabras, que en dados casos son discriminatorias, pero no me puede obligar a usar palabras inventadas, no eficaces ni eficientes en la realidad, que pueden cambiar arbitrariamente en cualquier momento para referirme a las personas, so pena de aprisionamiento.

Peterson ha comentado que de estar esta ley vigente, inmediatamente, él sería acusado de Hate Crime, sólo por cuestionar a la misma ley. Lo mismo ocurriría con los biólogos, asevera Peterson, cuyas teorías científicas refutan la política de género. Hace unos meses Peterson predijo que la persecución ideológica por parte de la comunidad SJW se haría contra los mismos biólogos por no compartir sus mismas posturas con base en conocimiento científico. Tiempo después, especialmente en Alemania, se ha visto un posible rechazo a investigaciones con hipótesis contrarias. Según Peterson esto también bloquea la libertad de expresión. Habrá que esperar si esto se confirma.

El radicalismo y su eterno retorno

Aún me sorprende la confusión en la que la sociedad contemporánea está entrando. Sin duda es la desesperación y la falta de voces que no sólo busquen defender una bandera, un grupo, una tribu dentro de la misma sociedad. Hacen falta intelectuales, artistas, que busquen la verdad por más dolorosa que sea, un poco a la manera de Orwell, o Camus o Dostoievski.

Actualmente los intelectuales, los “líderes de opinión” (no me agrada ese término porque el nombre precisamente evidencia que sólo opinan y no buscan conocimiento más allá de eso), sólo se preocupan por quedar bien con sus seguidores, como a veces se dice, sólo jalan agua para su molino. En otras palabras, sólo dicen mentiras. Se nos olvida que la mentira sistematizada es el origen del Totalitarismo. Estados Unidos ya entró por las mentiras de su ideología capitalista. Canadá si no lo advierte dentro de poco también lo hará. ¿Y México? México, queridos lectores, será un tema del que hablaré en la siguiente entrada.

Posdata (2018): Aunque la polémica de Jordan Peterson en inicio me pareció válida por lo que expongo arriba, al cabo del tiempo la personalidad del mismo ha comenzado a tener tonos cuestionables. Sin duda es una época de confusión y en el futuro se nos juzgará por no tener lucidez. Peterson ha fallado en deslindarse de la extrema derecha, específicamente de la «alt-right» norteamericana, de tal suerte que su movimiento corre grave peligro de convertirse en lo que más odia. En ese sentido me quedo con la siguiente idea de Gregory Sadler: «si es un intelectual auténtico tanto izquierda como derecha no tardarán en rechazarlo». Eso no ha sucedido, muy por el contrario Jordan Peterson cada vez más es enarbolado por la extrema derecha.

Alfredo Loera

Alfredo Loera

Alfredo Loera (Torreón, 1983) es Maestro en Literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana. Inició sus estudios de literatura en la Escuela de Escritores de La Laguna. De 2009 a 2011 fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas. Publicaciones suyas han aparecido en revistas como Casa del tiempo, Círculo de poesía, Fundación, Pliego 16, Ad Libitum, Este país, Siglo Nuevo. Sus libros son Aquella luz púrpura, (2010, 2017, 2023); Wish you were here, (2019, 2023); Guerra de intervención (2022), disponibles en Amazon como ebook o libro impreso.