¿Se puede engañar en la literatura? Yo creo que sí. Yo creo que muchos de los que nos interesamos en las letras, hemos sido víctimas de pseudo maestros de la misma manera en que la gente cae en las garras de OmniLife.
Uno, simple mortal, quiere aprender algo de literatura. Naturalmente busca un maestro que funcione como guía en éste árido paraje lagunero. Ahí anda uno, desposeído de su vocación, con la tímida convicción de que hay con queso las gordas para dedicarse a escribir, no como pasatiempo sino como profesión.
Para no variar, a los maestros se les encuentra encabezando un taller en una institución cultural –o en un café, o en el patio de su casa que es particular-. Se asiste, se toman notas, se leen sus recomendaciones, se le comienza a admirar porque nos revela aspectos vitales ignorados por mucho tiempo.
Luego comenzamos a replicar sus conceptos críticos, dentro de su taller y en nuestros estados de Facebook. La devoción aumenta cuando nos vemos agraciados con un comentario positivo sobre la obra que le presentamos:
-¡Qué maravilla! Ya te lo quiero publicar…
O nos entristecemos porque todavía no logramos el ideal marcado desde la perspectiva magisterial:
-Sí… Mira… Es buen cuento, pero le faltaron putas. Seguir leyendo