PERSONAJES:
SEÑORA BONITA
YORCH
Cocina de la casa de la SEÑORA BONITA. Hay una mesa con tres sillas, un estante que se usa como alacena, y otra mesa en donde estará un microondas. Ella está sentada a la mesa, esperando impacientemente. Tras algunos instantes entra YORCH.
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YORCH: Señora Bonita, ¿cómo está? Disculpe que llegue tarde.
SEÑORA BONITA: ¡Infame! ¡Hasta que te dignas en venir!
YORCH: Es que había mucha gente en el seven, y hasta ahorita me dejaron salir.
SEÑORA BONITA: (Lo mira sospechosamente.) No es cierto, infame. Estabas a dos cuadras escondido en un pinabete. El Amenaza estaba en la esquina y te esperaste hasta que se fuera.
YORCH: (Sumamente sorprendido.) ¿Cómo lo supo?
SEÑORA BONITA: (Presumiendo.) Tengo ojos en todas partes.
YORCH: ¿Cómo que tiene ojos en todas partes? ¿Ojos hasta en los sobacos y entre las lonjas? ¡Eh, es un chiste! (Se sienta a la mesa.)
SEÑORA BONITA: ¿Cómo te atreves a dudar? Fíjate, nomás de adrede… Dame tus manos. (Las lee.) Traes toda tu quincena y el Amenaza siempre te la quita a punta de chingadazos.
YORCH: (Apenado.) Sí es cierto. Deje usted… El dinero como quiera… Y los chingadazos ya casi ni me duelen…
SEÑORA BONITA: (Revisándole las manos.) Nomás que la otra vez dijo que algo le iba a hacer a tu mamá, ¿verdad que sí, infame?
YORCH: (Manoteando.) ¡Pos sí! ¡Y eso super encabrona!
SEÑORA BONITA: (Lo toma de las manos y vuelve a leerlas.) Déjame ver… Déjame ver… Desayunaste tres gorditas de harina: chicharrón, asado rojo, arriero. En el seven comiste nomás un hot dog. Traes hambre.
YORCH: No mucha. Pero igual y sí como algo.
SEÑORA BONITA: Espera… (Le revisa las muñecas.) No debes comer hígado mañana… Tu número de la suerte es el cinco y tu color el amarillo. ¡Ah, mira! Te tengo una sorpresa.
YORCH: No se hubiera molestado, Señora Bonita. Qué pena.
SEÑORA BONITA: (De debajo de la mesa saca una caja de zapatos.) No tuve chance de envolverlo, pero la intención es lo que cuenta. (Se la entrega.)
YORCH: Una caja de zapatos… ¿Son tenis? (La hace sonar.)
SEÑORA BONITA: Ábrelo para que veas.
YORCH: (Abriéndola.) ¡Son muñecos de trapo!
SEÑORA BONITA: ¡Feliz cumpleaños, Yorch!
YORCH: Gracias, Señora Bonita. No se hubiera molestado. ¡Híjole! Se siente bien padre que se acuerden de uno… Hasta casi quiero llorar…
SEÑORA BONITA: No llores… Dame mi abrazo. (Se pone de pie y abre los brazos.)
YORCH: (Levantándose.) ¡La voy a apretar fuerte pa’ que vea cuánto la quiero! (La abraza fuertemente.)
SEÑORA BONITA: Yo también te quiero mucho. (Se sienta.)
YORCH: (Revisa atentamente los muñecos.) Este tiene mi cara… Este trae la del Amenaza… ¿Son muñecos de hacer brujería?
SEÑORA BONITA: ¡Sí! ¡Mira! Éste trae la cara de mi hijo Manuel.
YORCH: (Emocionado.) ¡Manuel! ¡Mi querido Manuel!
SEÑORA BONITA: Que en paz descanse. (Se persigna.)
YORCH: Que brille para él la luz eterna. (Se persigna.)
SEÑORA BONITA: Y mira… Trae su hoyito en la nalga derecha.
YORCH: Sí… De donde le entró el balazo que lo mató.
SEÑORA BONITA: Y tiene la ropa con la que lo enterramos.
YORCH: De veras… No me acordaba. Qué malo soy… Ni he ido a visitarlo al panteón.
SEÑORA BONITA: No te sientas mal, mijito.
YORCH: ¡Pos es que también el Amenaza se mete al panteón a fumar mota! ¿Así cómo me acerco?
SEÑORA BONITA: Yo te entiendo, mijo.
YORCH: El Amenaza es bien cabrón. Parece que me huele cuando traigo lana, y se pone a rondar por donde ando.
SEÑORA BONITA: Siéntate tantito.
YORCH: (Vuelve a revisar atentamente los muñecos.) Este le salió bien igualito a mí. ¡Hola, pequeño yo! ¡Al tiro, ahí viene el Amenaza! (Finge la voz.) ¡Hey, tú, hijo de tu puta madre! ¡Túmbate! ¡Y dile a tu mamá que mañana la voy a usar! (Con su tono normal de voz.) Méndigo Amenaza, nomás porque estás bien pinche grande. Si no, te partía tu madre.
SEÑORA BONITA: Espérate… Estoy entrando en trance. Deja al Amenaza, tíralo al piso. Ten tu muñeco. Tú eres tú y yo soy Manuel. (Finge la voz.) ¡Yorch! ¡Hazme caso, Yorch!
YORCH: ¡Ese mi Manuel! ¿Cómo andas del hoyo vido?, ¿qué pedo te gorgorea en el culo?, ¿qué pasión te domina?, ¿qué Pedro, Pablo?, ¿qué patotas tiene Daisy?
SEÑORA BONITA: Aquí nomás, mi Yorch, mi Yorchito, mi Yorchill, mi nueva Yorch. ¡Feliz cumpleaños!
YORCH: ¡Gracias por acordarte!
SEÑORA BONITA: ¿Vivimos juntos o qué pedo?
YORCH: ¡Nos está viendo tu mamá! ¡Qué pena!… Bueno, dame un besito chiquito… (Hace que los muñecos se besen. Luego se toca los labios.) Señora Bonita… Hasta lo volví a sentir.
SEÑORA BONITA: (Con su tono normal de voz.) Qué bueno, mijo… Ande… Yo no sé por qué no se casaron ustedes. Hubieras sido un gran yerno.
YORCH: Pos ya ve… Le tocó a mi pobre Manuel. Me acuerdo que andábamos por el centro y empezó la balacera. Nos tiramos al piso. Pasaron los balazos. Luego no se escuchó nada. Un ratito tirados y nada. Lo malo fue que nos paramos y alguien tiró otra vez. ¡Chingado! ¡Le tocó a Manuel! ¡Un pinche balazo en la nalga!
SEÑORA BONITA: ¡Abrázame, infame! (Abre los brazos.) Yo también me siento porque no pude verlo. Estaba dormida y no escuché a los espíritus. No los oí hasta que llegaste a la casa, bañado en lágrimas. Todavía siento dolor y coraje.
YORCH: (La abraza.) Señora Bonita, yo sé que usted todo lo sabe, pero quiero decirlo otra vez. ¡Así fue como lo digo y no como lo anduvo diciendo el Amenaza! ¡No es cierto que lo mataron porque debía dinero a los malos! ¡Ni que era traficante de órganos! ¡Ni que andaba secuestrando niños!
SEÑORA BONITA: Mijo, yo lo sé. Yo lo sé. Límpiate la cara.
YORCH: ¿Me sirve un cafecito?
SEÑORA BONITA: ¡Claro, infame! ¿Te sirvo los tamales? (Se levanta y del estante saca los tamales y los mete al microondas.)
YORCH: Ahorita no. Con el café está bien. (Pausa.) Me puse un poco triste. Ahí disculpe.
SEÑORA BONITA: Yo también me puse triste. (Saca los tamales del microondas y luego mete una tasa con café.) Pero mira, infame… Te voy a acompañar con un café, para calmarnos. (Pausa.) No hay por qué enojarse ahorita. Al cabo las cosas se acomodan. Las acciones se pagan. ¿Me entiendes? Te lo repito, las acciones se pagan. (Se sienta a la mesa.) ¿Me pasas el muñeco de Manuel?
YORCH: Sí… Tenga. Pero no me lo vaya a maltratar.
SEÑORA BONITA: ¡Infame! ¿Cómo crees? (Finge la voz.) ¡Hola, Yorch! Te veo triste. (Con su tono normal de voz.) Ándale, infame. Agarra tu muñeco.
YORCH: (A regañadientes toma el muñeco.) Pues sí, Manuelito de mi vida. El pinche Amenaza me trae en chinga, y te extraño con coraje.
SEÑORA BONITA: (Con su tono normal de voz.) Espérate tantito, infame. Siento algo de interferencia. Estoy recibiendo una visión… Niños… Un camión… Un camión lleno de niños… Es un tráiler… Los niños están en la caja… Amontonados… Muertos… Congelados… Dejaron el tráiler en la curva del japonés… Ya. Ha vuelto Manuelito… (Finge la voz.) Pero, mi amor, no estés triste. ¿Quieres un besito? (Hace que los muñecos se besen.) ¡Ay, qué rico!
YORCH: (Vuelve a tocarse los labios.) Hasta lo sentí, Manuel.
SEÑORA BONITA: Amorcito, hay algo que te quiero contar. (Con su tono normal de voz.) Esperen… Otra interferencia… A un escritor de Gómez Palacio le van a dar un premio… Ya volvió Manuel.
YORCH: Dime, querido.
SEÑORA BONITA: (Finge la voz.) Resulta que mi jefita… Ya ves que tiene ojos por todas partes. ¡Hasta se le pusieron rojos de tanto mirar! Ella ya sabe quién fue el que me dio el balazo.
YORCH: ¿De veras?
SEÑORA BONITA: Afirmativo, Yorchito. Anda en una camioneta roja de doble cabina. Le dicen el Águila Calva. Es delgado, un poco más alto que yo, tiene peinado de bolsa de basura…
YORCH: ¡Ja, ja, ja! Bolsa de basura…
SEÑORA BONITA: O sea rapado de los lados, y medio largo arriba, amarrado con una liga. ¡Eh, es un chiste!
YORCH: ¡Ja, ja, ja, ja!
SEÑORA BONITA: (Con su tono normal de voz.) ¡Ya pónganse serios!
YORCH: ¿Y qué quieres que haga? Ni modo que busque la camioneta y le diga algo. Me va a matar.
SEÑORA BONITA: (Finge la voz.) Nomás se trata de sacar su foto, ponerla en un muñequito de trapo.
YORCH: Por eso… ¿Cómo le voy a hacer? Ni modo que me acerque a la camioneta y le tome la foto así como si nada.
SEÑORA BONITA: Jefita… ¿cómo ayudamos al Yorch? (Con su tono normal de voz.) Fíjense los dos: mis orejas dicen que el Águila Calva anda robando Oxxos, Extras, expendios, farmacias. En una de esas llega al seven del Yorch. De seguro se roba la lana de la caja, unas botellas de whisky, cigarros y condones. Lo graban las cámaras, te robas la foto. Fácil. (Finge la voz.) ¡Esa es mi jefita! Y luego hacen el muñeco y se pueden juntar para meterle alfileres en la panza.
YORCH: ¡Me voy a orinar del susto!
SEÑORA BONITA: Jefita… ¿Qué te parece si le haces un trabajito de protección a mi Yorchito? Mi Yorch, va seguro, va calado, va garantizado. (Con su tono normal de voz.) ¡Infame! No es por presumir pero ha regresado el ser querido, he espantado güeras sonsacadoras y amarré lenguas del enemigo. Todo eso sin reclamaciones. ¿Cómo la ves? ¡Infame!
YORCH: Okay. Como ustedes digan.
SEÑORA BONITA: (Finge la voz.) Jefita… ¿Si se juntan la otra semana para hacer el trabajito? ¿Te parece? (Con su tono normal de voz.) Por mí está bien.
YORCH: O sea, no se puede la otra semana. Tenemos que esperar a que el Águila Calva me asalte en el seven. ¿Quién sabe cuándo pase? Pero de todos modos, yo sigo viniendo a cenar, y en una de esas que me asalten, hacemos eso.
SEÑORA BONITA: Pero puedes venir antes para hacerte el trabajito. Un talismán. Con eso tenemos.
YORCH: Ah, pues sí.
SEÑORA BONITA: (Finge la voz.) ¿Ya viste, amor? Todo saldrá bien. Oye, me tengo que ir. ¿Nos vemos otro día? Síguetela pasando chido.
YORCH: Claro. Cuando quieras. Gracias.
SEÑORA BONITA: Le hablo a mi jefita y luego que ella te hable. ¿Okay? Dame un beso porque ya me voy. (Hace que los muñecos se besen.)
YORCH: ¡Uy, volví a sentir el beso!
SEÑORA BONITA: (Con su tono normal de voz.) Estoy teniendo otra visión… Hay que buscar al escritor de allá de Gómez. No sabe que se sacará la lana. Le avisamos, y luego que se moche con algo… Ya viene Manuel para despedirse… (Finge la voz.) Jefita, nos vemos luego. Un besito. Adiós. Dios te bendiga, querido. (Con su tono normal de voz.) ¿Ahora sí quieres los tamales?
YORCH: Sí. De rajas, rojo y verde.
SEÑORA BONITA: Te voy a quedar mal con los de verde. Tengo uno de frijoles. ¿Te lo sirvo?
YORCH: Sí, por favor. ¿Usted que va a cenar?
SEÑORA BONITA: Se me antojó un tamalito de frijoles. ¿Me dejas que me coma el que te iba a dar? (Pone los tamales a la mesa y sirve la taza de café. Luego, mete otra taza al microondas.)
YORCH: Claro que sí, Señora Bonita. (Toma el muñeco del Amenaza, lo tira al piso y le pone el pie encima.)
SEÑORA BONITA: Oye… No pises el muñeco del Amenaza.
YORCH: Mire… (Le pone el pie encima.) Por fin lo tengo a mis pies.
SEÑORA BONITA: Lo vas a reventar.
YORCH: ¿De veras? (Le pone el pie encima otra vez.)
SEÑORA BONITA: De veras. De tomar, ¿una coca?, ¿o más café?
YORCH: Café. (Toma el muñeco del Amenaza y lo contempla.)
SEÑORA BONITA: Con un garnucho en la cabeza haces que vomite.
YORCH: ¿De veras? ¿Y si lo dejo caer de la mesa?
SEÑORA BONITA: Casi nada. Lo mismo, pues… Con alfileres en la panza, se revuelca del dolor.
YORCH: No me diga… Oiga, ¿y tiene aquí alfileres?
SEÑORA BONITA: No. Me los acabé en otro trabajito.
YORCH: (Tras una pausa.) ¿Venden alfileres por kilo?
SEÑORA BONITA: Los venden por paquetes.
YORCH: ¿Sí acabalamos con unos veinte paquetotes?
SEÑORA BONITA: Hasta sobran.
YORCH: A ver cuántos encuentro. No me tardo.
SEÑORA BONITA: ¡Espérate, infame! Termina de cenar. ¿Cuál es la prisa? Ni que fuéramos qué. O sea, sí está padre hacer las cosas en caliente, que los que nos han perjudicado sufran lo que se merecen. Pero la prisa es de gente mala. Nosotros no somos mala gente. Nomás buscamos la meritita justicia. Que a cada quien le toque lo suyo. (Pausa.) Al Águila Calva le tocará su merecido a su tiempo. Y al Amenaza también, pero a su tiempo, infame. Ahorita primero está comer que ser cristiano.
YORCH: No, pos claro que tiene razón. (Muerde un tamal.)
SEÑORA BONITA: Fíjate, una cosa: lo de los alfileres no dura mucho. (Da un trago al café.) Entra obra bruja y lo rompe de volada. Así le pasó a una que se llama Daisy. Quería separar a su marido de una mujer con la que no debía andar. La Daisy mandó hacer el maleficio en el ejido Noé con una conocida de ella. (Vuelve a beber café.) Pero la otra mujer, la que andaba con su marido, ya se había protegido. Dicen que el trabajito de la Daisy se le regresó. Dicen que ella cortaba el pelo en una estética, y que entonces la lengua se le puso de piedra. Se tiró al piso de la desesperación. Dicen que los pelos de las clientas se le pegaban en la lengua. Dicen que hacía puros gemidos de animal. Total que la llevaron a urgencias. Y ya nadie dice nada de ella. Quién sabe en qué quedaría… Por eso hay que estar al tiro.
YORCH: ¿Entonces, qué usamos pa’ no fallar?
SEÑORA BONITA: Aceite de los siete tormentos. (Muerde un tamal.)
YORCH: Ese no lo había escuchado.
SEÑORA BONITA: Porque no cualquiera lo puede manejar. De por aquí, nomás yo.
YORCH: ¡Órale!… ¿Y usted tiene el aceite ahorita aquí?
SEÑORA BONITA: Lástima que no. Ya me lo acabé.
YORCH: ¿Y qué se necesita para hacer más?
SEÑORA BONITA: Chile, vinagre, pimienta negra, magnesia, aceite de motor, azufre. Ya tengo eso. Nomás me falta tierra de tumba de panteón.
YORCH: Ah… Okay…
SEÑORA BONITA: A ver cuándo vamos por un kilo. ¡Ah, pero trabajas! ¿Siempre te levantas temprano, verdad?
YORCH: Es que me cambian el horario. Pero tengo miedo de ir al panteón de madrugada, la neta. ¿Pa’ qué la engaño? ¿Y si vamos de tempranazo? ¿Cómo a las seis o siete?
SEÑORA BONITA: Otra cosa: la tierra de tumba de panteón tiene que juntarse a oscuras de a deveras, entre las dos y tres de la mañana, porque no tiene las mismas propiedades si la juntas de día. Ya sé. Le decimos al velador que me venda un kilo. Pero quién sabe cuándo lo vea.
YORCH: Ah… Okay… Este… (Contempla los tamales.) Qué ricos están los tamales… Pero se me hace que les falta salsa. ¿No tiene, verdad? Voy a comprar una en el seven. ¿Verde? (Se levanta y se prepara a salir.) También me traigo roja, por si se ofrece. Le voy a comprar unas donas, ¿cuatro? Mejor nomás dos. Una para usted y otra para mí, y nos las comemos después de los tamalitos… No me tardo.
SEÑORA BONITA: Espérate, infame. Ven para acá… ¿Qué tan lejos está el panteón del seven? (Se pone de pie.)
YORCH: No sé… Unas cuadras… Cerquitas…
SEÑORA BONITA: ¿Vas a ir al panteón?
YORCH: Nomás por no dejar. Al cabo, ¿qué tiene que hacer ahorita? Yo nada. ¿Y cuánto tiempo se tarda en hacer el aceite de los siete tormentos? ¿Media hora? ¿Una hora? Me puedo esperar. Fíjese, una cosa, Señora Bonita: le entendí eso de que entre las dos y las tres de la mañana es más efectivo. Ahorita son las nueve y media. O sea que, si saco la tierra como a las diez, igual y le podemos hacer algo de daño al Amenaza. Y sirve que ya tenemos tierra pa’ usarla con el Águila Calva.
SEÑORA BONITA: ¿De veras, infame? ¿Estás seguro que vas a ir?
YORCH: Muy, muy seguro.
SEÑORA BONITA: Órale, pues. Ya dijiste… Nomás pérate tantito… Dame tus manos. (Le lee las palmas de la mano con suma atención.) Te veo más confiado, más seguro de ti, más valiente. Se corrigió la línea de la vida. Felicidades… Estoy recibiendo una visión… Ten cuidado, el Amenaza ya regresó a la esquina. Anda bien loco. Mejor salte por el patio, pa’ que no te vea. No te vaya a quitar el dinero ni a meterte tus madrazos.
YORCH: No se apure, Señora Bonita. Es más… Que me haga lo que quiera, el cabrón. Al cabo, va a ser la última chinga que me ponga… Ni modo.
SEÑORA BONITA: Ándele pues, mijo. Váyase con cuidado.
YORCH: ¡No me tardo! (Sale.)
SEÑORA BONITA: (Finge la voz.) Jefita… Jefita… Oiga… ¿No le dije? El Yorch salió mendiguillo. (Con su tono normal de voz.) Así es, mijito. El infame salió bravo. ¿Quién lo dijera? (Usa otro tono de voz.) ¡Eh, pinche vieja! ¿Yo qué vergas le hice? ¿Por qué se mete conmigo? (Toma el muñeco del Amenaza. Con su tono normal de voz.) ¡Usted cállese, pinche Amenaza! ¡Vaya disfrutando las pocas horas que le quedan de felicidad! (Usa el tono de voz con el que hace hablar al muñeco de su hijo.) ¿A poco no, jefita? (Con su tono normal de voz.) Claro. El infame ha de llegar en… Ponle que dos horas… (Tira al piso el muñeco de El Amenaza, y pone en una silla el muñeco de su hijo.) Oigan, yo sí me voy a comer mi tamalito, con permisito.
Fin.