Alfredo Loera

COLUMNA

Por Alfredo Loera

Columna

Albert Camus: el hombre rebelde

En el despertar de nuevos totalitarismos ideológicos, donde tanto derecha como izquierda parecen olvidarse del diálogo, la lectura de libros como El hombre rebelde o El mito de Sísifo se presenta como alternativa viable para evitar el nihilismo y darle sentido a la rebeldía.

Albert Camus nació en Argelia el 13 de noviembre de 1913. Su madre era de origen español y su padre de origen francés. Éste último murió cuando Albert apenas tenía la edad de tres años.

Desde muy joven fue siempre un gran deportista. Durante su adolescencia jugó como portero en equipos de las ligas inferiores del país africano; sin embargo, el contagio de tuberculosis truncó su carrera deportiva. Más adelante en su vida, cuando sea un autor consagrado, dirá: “Luego de muchos años, lo que finalmente sé con más seguridad sobre la moral y las obligaciones de los hombres, es al deporte a lo que se lo debo, es en el RUA (Racing Universitaire d’Algier) donde lo aprendí”.

A raíz de su alejamiento forzado del futbol, se dedicará a las letras. Es memorable su relación con sus maestros Louis Germain, quien lo conoció desde la primaria, y Jean Grenier, quien lo inició en sus estudios filosóficos ya en la universidad. La misma tuberculosis le impidió tener una carrera como profesor, de ahí que haya decidido dedicarse al periodismo.

Un clásico instantáneo

Camus inició su carrera como escritor desde muy joven. En 1932 comienza a publicar artículos de crítica social en la prensa argelina. Sus investigaciones adquieren relevancia, al grado de que uno de los diarios para los que laboraba fue clausurado por el Estado. Se queda sin empleo y sin posibilidades de conseguir otro, debido al veto político que sufrió como periodista. Por esta razón emigró a Francia justo antes de que estallara la Segunda Guerra. En París publicará artículos y será director del emblemático diario de la Resistencia, Combat. En 1942 saldrá su primera novela El extranjero, junto con un ensayo filosófico de lectura sumamente accesible titulado El mito de Sísifo. Ambos libros tuvieron una excelente acogida por los lectores de lengua francesa. Todavía en la actualidad se consideran de obligada lectura para todos aquellos que quieran conocer las mejores obras filosóficas y literarias del siglo veinte.

En dichas obras el tema principal es el absurdo. El extranjero tiene uno de los mejores inicios de la literatura: “Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.» Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.” La trama desarrolla el juicio legal de un hombre que ha asesinado sin causa aparente. Lo que sorprende a la sociedad no es el asesinato en sí, sino que Meursault (personaje principal, quien a su vez narra la historia) no se arrepiente de sus actos, al grado de que es completamente indiferente. El asesinato es absurdo y la manera en la que el criminal le da sentido a su vida parecería ser aún más absurda.

Albert Camus muchas veces explicó que esta novela tiene una fuerte influencia kafkiana, el verdadero escritor del absurdo es Kafka. Otros críticos han visto en esta novela la influencia de Dostoievski y su hombre del subsuelo, donde el personaje es el hombre común, capaz de cometer las más inverosímiles atrocidades. En el contexto del pensamiento de Camus sucede así, porque si algo ha causado la modernidad, si en algo ha influido el esquema moderno de vida en los hombres, es en su capacidad para quitarle el sentido a las experiencias vitales.

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El mito de Sísifo será la versión racional de la historia. Pareciera que este libro intenta explicar el motivo por el cual escribió una novela tan nihilista. Meursault mató al hombre porque tenía calor. Nuestro autor en El mito… trata de explicar, de desarrollar el objetivo de escribir una historia tan contraria a sus artículos políticos. Hará ver que el nihilismo del hombre moderno es el máximo peligro y que el sentimiento absurdo de la vida jamás puede ser un fin, sino más bien un comienzo, para encontrarle sentido a la existencia.

Este segundo libro tiene un inicio igualmente brillante: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.” En sus páginas comentará que no es necesario indagar en problemas tan abstractos como el ser o el tiempo, o las categorías axiomáticas si primero no se ha contestado a la pregunta: ¿vale la pena vivir la vida? La respuesta será afirmativa, pero con el consecuente precio de ver nuestros esfuerzos nunca terminados. La naturaleza de la existencia humana es como la de Sísifo, aquel personaje mitológico que por la eternidad tendrá que subir la piedra por la colina, para inmediatamente verla caer, y comenzar de nuevo. Nuestro autor publicó estos libros tan profundos cuando apenas tenía la edad de 29 años.

El hombre rebelde

Camus continuará con su carrera literaria. Poco después escribirá novelas como La peste y La caída. Escribirá y dirigirá obras de teatro, como Los justos, El malentendido, Calígula. Todas ellas críticas del nihilismo. Adaptará al teatro la extensa novela Los demonios de Dostoievski. Sin embargo, uno de sus principales legados como pensador es su célebre y muchas veces repudiado libro de ensayo filosófico El hombre rebelde. El texto fue muy mal recibido debido a que paralelamente criticó al cristianismo, al marxismo y al existencialismo, corrientes que según la tesis principal de esta obra llevan al hombre a ser nihilista.

El hombre rebelde, entre otras cosas, hace un recorrido histórico de las Revoluciones. Inicia con la Revolución Francesa de 1789 y termina con la Revolución Bolchevique de 1917. Analiza los diferentes tipos de revolucionarios que se dieron en los distintos casos. La contradicción que lo deja perplejo es advertir que en cada uno de ellos el raciocinio fue utilizado para el asesinato; no sólo eso, sino el asesinato en masa: la guillotina, el campo de concentración. Parece que toda Revolución inicia como una liberación ante la opresión nihilista del Estado, pero irremediablemente termina en un nihilismo de Estado muchas veces mayor al previo, en aras de un futuro mejor. Señala el ejemplo del Régimen del Terror posterior a 1789 en Francia, hecho que ocasionó que la misma Revolución Francesa fracasara. Señala que algo muy similar sucedió en Rusia después de 1917: el Estado Soviético fue el verdugo de millones de seres humanos que no se alinearon con el pensamiento de sus élites. Camus se pregunta ¿cómo puede ocurrir esto?

Otra duda que intenta responder este libro es el origen del terrorismo. ¿Es válido asesinar a inocentes por una buena causa? ¿es válido sacrificar a un puñado de hombres por la causa libertadora? ¿hasta cuántos puñados es el límite? ¿cómo saber si 10, 1000 o 100,000 son suficientes? Todavía más ¿quién decide los sacrificios? Camus dirá que ninguna causa vale la pena el asesinato, porque ninguna utopía puede ponerse por encima del individuo, aunque sin duda hay causas por las que vale la pena morir por decisión individual.

El hombre rebelde es un texto lúcido y permite ver los errores históricos de las Revoluciones, no para quedarnos cruzados de brazos sino para trascenderlos. Quizá desde un espíritu maniqueo, (donde sólo hay malos contra buenos) la crítica que hace Camus a las Revoluciones sea sumamente dolorosa, de ahí el repudio que se tuvo al texto, especialmente por los comunistas radicales. A pesar de que su estilo de escritura es ameno, su pensamiento es de los más áridos. No hay falsas esperanzas.

De la Revolución Bolchevique afirma que el nihilismo originado desde la ideología marxista (que desembocó en desviaciones como el Stalinismo) es la consecuencia de un error del método hegeliano. Hegel divinizó a la Historia, poniéndola por encima de los individuos. El marxismo ruso al copiar el método arrastra el error a su pensamiento. La Historia para el marxismo está por encima del individuo, esto es un determinismo. El individuo al supeditarse a la Historia pierde su ser ontológico. El individuo de tal clase siempre será el opresor y el de otra clase el oprimido. De esta manera las virtudes individuales quedan canceladas. No importa que tan virtuoso sea un individuo de cierta clase, esas virtudes son falsas porque son la consecuencia de una Historia injusta, la cual se supone tendrá un fin donde todas las injusticias serán resarcidas. Sin embargo, según Camus, la realidad es aún más compleja. El individuo de cierta clase puede hermanarse con el de otra para ambos buscar la justicia, para Camus esto es la verdadera rebeldía, misma que trasciende al nihilismo. Para Camus es el individuo quien decide, para el marxismo pareciera ser que el individuo sólo es una marioneta de la Historia, es esta última quien decide y juzga: tal razonamiento es una excelente justificación para el terrorismo y para las dictaduras. Es el nihilismo racional. Todo el presente es falso, el futuro utópico es la verdad. Así no pude haber diálogo ni por lo tanto hermandad. La rebeldía queda clausurada.

Alfredo Loera

Alfredo Loera

Alfredo Loera (Torreón, 1983) es Maestro en Literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana. Inició sus estudios de literatura en la Escuela de Escritores de La Laguna. De 2009 a 2011 fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas. Publicaciones suyas han aparecido en revistas como Casa del tiempo, Círculo de poesía, Fundación, Pliego 16, Ad Libitum, Este país, Siglo Nuevo. Sus libros son Aquella luz púrpura, (2010, 2017, 2023); Wish you were here, (2019, 2023); Guerra de intervención (2022), disponibles en Amazon como ebook o libro impreso.