A través de los ojos de un ave nocturna, desde lo alto podemos observar el resplandor amarillo de las aguas. Fluyen oscuras en el canal de riego. Los arbotantes melancólicos iluminan el camino de piedras, suburbano, a las orillas, pero sobre todo crean el relieve para trazar las olas y la espuma tóxica. Hay en el cauce una fetidez de óxido. Planeamos y ahora nos acercamos hacia el puente. De vez en cuando algún automóvil transita por la estrecha carretera, y con sus faros modifica el color ámbar de la noche, y proyecta una delgada sombra sobre la corriente con un fondo blanco. Al detenernos, descubrimos el origen de la silueta. Es la figura de un adolescente. Seguir leyendo