He estado pensando por mucho tiempo acerca de la problemática respecto a la lectura. He escuchado opiniones y he tratado de formarme una propia. Para ser sincero no había llegado a tenerla hasta hace unos días, por ello es que me he puesto a escribir. Seguir leyendo
Author: Alfredo Loera
«Vías paralelas» de José Miguel Barajas García
Pocos escritores jóvenes se han planteado lo que José Miguel Barajas ha hecho en su primer libro. En este sentido es posible advertir cierta madurez de su parte ante la escritura, lo cual se agradece. Él sabe, como pocos, que por ahora no le será posible escribir lo que tiene que decir. De ahí que se quede callado, de ahí que medite sus posibilidades, que quiera interpretar el silencio. Seguir leyendo
La ciudad nocturna
Al principio nadie lo notó. Los días continuaron igual que siempre. Luego poco a poco fuimos constatando que el alba cada vez era menos luminosa y que las mañanas no eran tan brillantes. La gente dijo que se trataba de las nubes, pero no había ninguna de éstas, o al menos no las suficientes como para que opacaran la luminosidad del día. Luego dijeron que era la contaminación. Pero después comenzamos a advertir que de pronto los días eran demasiado oscuros, demasiado sombríos. El cielo cada vez se hacía más negro, más opaco hasta que la noche nos cubrió con su melancolía. Seguir leyendo
Retrato esperpento de Édgar Lacolz
Ahora que resulta fácil publicar (nótese que dije que ahora es fácil publicar, que no ser leído), la pregunta por la razón de la escritura se hace más necesaria. Es decir ¿por qué alguien escribe un libro y lo publica? Con todas las posibilidades actuales, y con esto me refiero al Internet y todos sus portales de películas y videos, música y videojuegos; ahora con las consolas como el Xbox y similares, yo diría que no necesariamente se escribe para entretener. Lo que quiero decir es que ese no sería el único fin de la escritura hoy en día, ya que si así lo fuera los libros carecerían de razón de existir. Si hablamos de entretenimiento puro yo diría que una película o un videojuego tendrían la posibilidad de cubrir esa necesidad de una mejor manera, lo apunto por experiencia propia. Seguir leyendo
Los ríos simbólicos de Eduardo Antonio Parra y William Faulkner
La imagen del río ha estado presente a lo largo de la historia de la literatura. Ya desde los textos más antiguos, como en la Epopeya de Gilgamesh, es posible encontrar a los ríos como símbolos de los diferentes conflictos humanos. En la mitología de la antigua Grecia en gran medida aparecen con diferentes desarrollos y planteamientos. Basta recordar los versos de Heráclito y su posterior influencia en la filosofía para constatar la importancia que han tenido dentro de la imaginación y el pensamiento occidental: “En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]”. Seguir leyendo
No tan rápido, acuérdense de Sergio Ríos Zapata y Francisco José Amparán
Nuestra ciudad por primera vez parece estar construyendo una tradición literaria. Con esto no quiero decir que no la haya habido desde mucho tiempo atrás; sin embargo, en años recientes se ha comenzado a pensar a sí misma. Los escritores o literatos de la región han intentado sacar nombres que podrían insertarse en una especie de canon lagunero o coahuilense si ustedes gustan. Eso no tiene nada de malo y hasta es natural. El único inconveniente es que por lo común aquellos que llevan la voz cantante, es decir aquellos que tienen mayor “renombre”, se han preocupado solamente por mencionarse a sí mismos como los mejores exponentes de nuestro mundillo literario.
En últimas fechas se ha hablado mucho acerca de un boom regional. El peligro se encuentra en el tono ya que en muchas ocasiones se implica que los escritores regionales actuales son lo mejor que han dado estas tierras. Eso a mí no me incomoda en lo particular, uno puede decir lo que le venga en gana de su obra, pero en lo general creo que no es del todo pertinente, porque con este tipo de declaraciones se oculta, se elimina grotescamente a todos los escritores previos que abrieron camino y que generaron confianza en el resto del país respecto a lo que se escribe aquí.
Se habla mucho de escritores premiados y no premiados, se cacarea toda la posibilidad de estos, que aún pueden considerarse jóvenes. Yo me he dado a la tarea de leerlos a casi todos y quisiera comentar que por lo pronto no hay un cuentista que alcance lo que una generación previa ya habían hecho con Francisco José Amparán y Sergio Ríos Zapata.
Desgraciadamente lo que ocurre, considero, es que no hay memoria. Es decir, los escritores jóvenes y no tan jóvenes actuales piensan que son los únicos que han escrito por aquí en Torreón. Sale un librito en una editorial comercial o independiente, dos o tres, y ya son incomparables. Son incomparables porque de esa manera se mantienen intactos. No hay nada peor que un escritor que no se despeina con los que vinieron antes que él. No hay nada peor que un escritor que no sabe pelear en el campo de la literatura. Por supuesto la pelea se da consigo mismo, pero a través del otro. El otro incomoda, el otro resplandece y eclipsa lo que se pueda llegar a ser. Lo más triste es que los escritores jóvenes, y conste que yo soy uno de ellos, nunca entendieron lo que es escribir un bueno cuento. Aquí les dejo dos, de estos maestrazos laguneros. A ver, ¿díganme quien recientemente ha escrito algo mejor en el género del cuento?
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Nostalgia
1
Esa noche me habían invitado unos compañeros de la oficina a tomar unos tragos en el Ambassador, un bar para ejecutivos. No era la primera vez que iba, pero había dejado de hacerlo definitivamente después de la muerte de mi esposa Anastasia. Para ese entonces, ella tenía un año de fallecida y estaba cerca nuestro hipotético segundo aniversario. Su muerte me dolió mucho. Me hizo muy susceptible a sufrir fuertes depresiones. Estaba aburrido. Perdí a mis amigos. Lo único que hacía era inventarme los recuerdos de lo que no pude vivir con Anastasia; las cosas que nos faltaron por hacer, las cosas que nos faltaron por tener y, esa noche, por alguna razón, estaba cansado de ella. La odiaba. Necesitaba distraerme. Seguir leyendo
El cuarto número 5
Después de un largo día de mucho sol sobre la cara, de gran calor deslizándose por las aceras derretidas, escurriendo millones de personas a cada minuto, después del sudor evaporado en su salinidad confundiéndose con la tierra que flotaba caliente, después de diez horas de prisas y de pesados movimientos para ir de un lado a otro buscando tal vez en el lugar incorrecto. Seguir leyendo
«El teniente Sturm» de Ernst Jünger
En un año de centenarios como lo es el 2014, no podríamos dejar pasar algún comentario acerca de la Primera Guerra Mundial. Para tales efectos me parece pertinente abordar la novela titulada El teniente Sturm de Ernst Jünger. El método es algo tramposo porque la editorial Tusquest la reeditó este mismo año para aprovechar la coyuntura mencionada y quizá de esta manera tener mayores ventas. Yo caí en el embeleco y hace unas semanas mientras deambulaba por una librería sin saber qué comprar (me parecía que no había ninguna propuesta válida entre todos esos libros), decidí llevarme el volumen. Seguir leyendo
«El Mal o El drama de la libertad» de Rüdiger Safranski
Cada día estoy más convencido de que el único tema que verdaderamente debe ser abordado por la literatura y la filosofía es el Mal radical. Borges (y no sólo él) comentaba que había solamente dos temas en el arte, el Amor y la Muerte. Borges al ser un hombre de su tiempo no pudo ver que a partir del Siglo XX el verdadero argumento sería el Mal. Por ahora las verdaderas incógnitas de la humanidad se depositan en dicho tópico. La Muerte como tema quizá ha comenzado a ser menos importante, porque de pronto en un mundo como el nuestro, sobre poblado, sin recursos, sin empleo, sin seguridad social, ha comenzado a verse como una escapatoria real y no un drama. Mucha gente hoy en día prefiere morir después de razonarlo concienzudamente. Ahora bien, si la Muerte como tema poco a poco ha perdido su dramatismo, de pronto pienso que el Amor con mayor razón ha quedado relegado. El Amor, sin futuro, sin espacio, sin posibilidad, se presenta como un sueño de niños, que se erigiría en un mundo completamente inexistente. Estas ideas pueden ser debatibles, pero considero que no lo es el hecho de que el Mal es el tema que debe abordarse. Seguir leyendo