Pareciera que uno no puede acostumbrarse a estas paredes. Cada día después de caminar un rato, regreso aquí sin verdaderamente encontrarles algo agradable. En ocasiones he querido poner en ellas objetos que me recuerden otras épocas, de mi infancia, por ejemplo, o de mi familia, cierta fotografía que pueda considerar reveladora. He dejado esos adornos, ahí colgados en el muro, con la esperanza de sentirme cómodo, pero no funciona. Seguir leyendo