Columna

Escribir poesía

La pregunta no es fácil: ¿Qué significa escribir poesía en estos tiempos? Y he de decir no sólo en estos tiempos sino ¿en este país?

Ocasionalmente pienso que escribir poesía, o cualquier género literario, simplemente escribir y leer como lector audaz, es ya en sí mismo algo extraordinario para un país de asombroso analfabetismo real y funcional. La mayoría de mis amigos, familiares y conocidos –sin afán de reclamo- no han leído más de tres libros en su vida, y son profesionistas, algunos hasta con posgrado. Es decir, no han leído más de tres libros que no sean parte de los estudios que han realizado.

Pero más allá de ese juicio subjetivo y parcial, observar la radical importancia del problema: se lee poco, menos literatura, no existe el hábito ni entre los jóvenes, ni entre los profesionistas, ni aún cuando llegan a niveles de educación altos.

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Poesía

Dar

Camino en busca de la oportunidad
quiero dejar el llanto y las monedas
abrazar lo más querido.

Hay otros bienes para el alma
cosas simples, como un pan en el almuerzo .
por eso voy a dar:

Dar el abrigo en el abrazo
la casa por un techo más alto
los metales enloquecidos 
y dos corbatas por semana.
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Poesía

Habitar las islas

Cuando suceda, que una semilla crezca en el asfalto
y se escuche la voz perdida en la calle
y exista un oído, tan siquiera,
habrá entonces un nuevo hombre que habite las islas
nuevos ojos que vean al cielo 
las cosas que se mueven en el espacio incierto 
y el hombre juegue a crear 
por necesidad
otro lenguaje
otro mundo.
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Columna

La ciudad repetida

Cuando uno ha vivido durante mucho tiempo en una ciudad, tiene en ella misma, varias ciudades. Son otras las calles, otros los lugares, otras las plazas, los que uno ve hoy a las que vio hace unos años. Con el tiempo se tiene pues la posibilidad de vivir en varias ciudades.

Algunas ciudades cambian constantemente y algunas sólo envejecen. Como sea, la ciudad cambia o envejece con nosotros, nos aparecen líneas en el rostro, como avenidas nuevas, donde no había, nos aparecen blancuras en los cabellos como a las bancas de las plazas.

Por ejemplo la calle que pasa por enfrente del hogar, amplia, limitada de hogares que cambian de fachada rindiendo un tributo a la apreciada tranquilidad, es tan plana que se le ve al final de su cuerpo un horizonte de árboles, como si se le hubieran estirado los pies y sus dedos terminaran en sombra verde.

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Columna

Advertencia al cinéfilo

Me preparo para en un futuro hacer comentario a ciertas películas. Antes de hacerlo he querido advertir al lector, antes de padecer posibles infamias de él o críticas demasiado fuertes.

No soy un cinéfilo común, ¿qué cinéfilo podría serlo? Es decir, que si usted querido cinéfilo, considera películas esenciales que nadie debe perderse o “dejar de ver” y hay una lista de las buenas conciencias y el buen gusto, yo, querido cinéfilo, no la sigo ni la persigo.

La democracia informática del internet y el múltiple acceso a la creación fílmica de todo el mundo y de toda época imprime un aire de insuficiencia para cualquiera que se acerca al cine de manera incauta. Ningún crítico de cine posee toda la verdad. Ningún cinéfilo accede a la universalidad.

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