El hombre leyó la última frase del libro y lo cerró.
Buscó desesperado una libreta; como si en ello se le fuera la vida.
Anteriormente las hubo por montones. Siempre se debe tener una a la mano, solía decir a su mujer quien le respondía con un gesto condescendiente, como al niño que se le concede un capricho inofensivo.
Le encantaba escribir a mano, sentir el bolígrafo deslizarse Seguir leyendo