Author: Yolanda Medina

Yo pertenezco al viento
donde la flor del limón.
de los ocho versos
de tu silencio.  Seguir leyendo →

De pan tu cuerpo y mi hambre de deseo.
Las intenciones de la noche solitaria 
incitan a morderte sin preludio. Seguir leyendo →

A través de la ventana 
miré algo mío.

Cuerpo seco, boca amarga, semilla muerta. 
Angustia sembrada sobre mi espalda.

Llanto de la mirada de la noche
Me avergüenzo.
 
Porque no encuentro  
y miento 
ahora mismo estoy mintiendo. Seguir leyendo →

Por este lugar pasé 
no me detuve.

Caminé, sin prisa 
sobre huellas de polvo y ojos indiferentes

Calles eternas 
calles sin alma.

Tomé aire 
aligeré el paso
mi vida en la espalda
la vista a donde mira el pájaro. Seguir leyendo →

Al dios que imploras, en todo te complace.

Pasan nubes cargadas de sombras
llueven a cántaros pedazos de piel.

Ya no pisaste el pasto lleno de espuma
ni probaste el tornado de mi lengua.

Cuando todavía me quedaba sangre 
me dejaste sin tierra, raíz sin latido. Seguir leyendo →

Cuando me entierren en el mundo
germinará el deseo. 
No me quedaré a reposar nostalgias.

Inmediatamente seré
íntima amiga de los gusanos
de las moscas y las flores 
que han prometido
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Expuesta al sol
Broncearé mi sonrisa
el cuerpo alado que nunca vi
mis fieles cuatro dientes
y un latiente corazón de trébol.

Cosecha 1970

Hoy te escribo a razón de no poder llegar a tu río 
para que me puedas releer en el agua cuantas veces quieras. 
Soy  la  cocinera que te complace el paladar con versos cortos 
condimentados para el buen deleite de la memoria.   
		 
De entrada degustes: Unos labios abiertos que provocan quedarse para 
          /siempre
Sopa y ensalada de frases a la mostaza para revivir las obsesiones 
rimas en vainilla amarga a fuerza de insistir 
aguas frescas de raíz y sangre de letras libres, sin credos  
maravillosamente emancipadas de grasas dañinas al corazón
cocinadas con el deseo, a fuego lento.  Seguir leyendo →

Presiento el golpe irremediable.

Al abrir la puerta
al amanecer 
cualquier día
hora
en cada esquina
no descansa
su sombra vigila
es  fiel
lo sé. Seguir leyendo →

Para: Octa  (y nadie mas).
 
Como será la muerte de  imprudente.
Cuando todavía hay  macetas  en el pasillo que regaba la abuela
la  culpable de que todos empezáramos a morir
herencia que  dejó disimuladamente, ahí,  entre las flores
dejándonos huérfanos de calor
marchitos, 
sin hojas,
sin raíz. 

El zaguán  aguarda fiel su natural olor a rosas
como el aroma del pan de cocedor  causa  apego.
Dejo perfumada  la tierra, Seguir leyendo →

¿Quién necesita la voz del poeta?

Una transfusión que desangre en versos
La existencia de un árbol que  escuche rendido latir estrofas verdes
Un jardín que reverdezca  plagado de protestantes delirios
Igual que lo hace el pájaro  o las nubes cargadas de voz y canto

¿Quién?  

Cuando la plaza está vacía 
y  la gente va muriendo entre agrias campanadas y globos desabridos. Seguir leyendo →