Ahora que resulta fácil publicar (nótese que dije que ahora es fácil publicar, que no ser leído), la pregunta por la razón de la escritura se hace más necesaria. Es decir ¿por qué alguien escribe un libro y lo publica? Con todas las posibilidades actuales, y con esto me refiero al Internet y todos sus portales de películas y videos, música y videojuegos; ahora con las consolas como el Xbox y similares, yo diría que no necesariamente se escribe para entretener. Lo que quiero decir es que ese no sería el único fin de la escritura hoy en día, ya que si así lo fuera los libros carecerían de razón de existir. Si hablamos de entretenimiento puro yo diría que una película o un videojuego tendrían la posibilidad de cubrir esa necesidad de una mejor manera, lo apunto por experiencia propia. Seguir leyendo
Columna
¿Qué leer?
Considero que tengo una responsabilidad enorme en lo que respondo cuando me preguntan ¿qué leo? ¿por qué lees? ¿qué me recomiendas? ¿por dónde debo empezar a leer? Esas preguntas se las debo a los amigos que han venido a mí, y que han confiado en mí, con la necesidad de una respuesta. Tomo entonces esas preguntas como incentivo para escribir esto.
La Pinche India
LA PINCHE INDIA
(Teatro Alberto M. Alvarado 6 de marzo 2015)
Como ya se sabe…
“La pinche India” de Mario Cantú (también autor de “Edipo Güey” montada por grupo de teatro La Acequia en el 2009), dirección de Uriel Rangel y producción de Cecy Guerrero, cumplió cincuenta representaciones en varias ciudades y en todos los teatros laguneros.
Hoja en Blanco es una compañía de reciente creación, seleccionada para el proyecto Práctica de Vuelo 2012. En recientes fechas abrió su espacio creativo para la formación en el teatro infantil y anunció el próximo proyecto “Soliloquios de mujeres locas” de Brenda Vargas.
Su mayor mérito estriba en la dirección y producción, que hablan de un profesionalismo de rigor que se manifiesta en la elección de los actores, y en la capacidad de mantenerla en cartelera. Una vez dicho lo anterior, la obra nos permite observar algunos aspectos vitales para nuestra escena. Seguir leyendo
Iñárritu vs Nolan
Empecemos con algunos apuntes sobre Nolan y su Interestellar:
1. La tierra se encuentra en un futuro apocalíptico debido a la crisis alimentaria. Encontramos las siguientes suposiciones en la historia: Seguir leyendo
Hagamos una revista
A un año de Registros de Voz
¿Por qué demonios hacer una revista? ¿por qué de literatura, y en un medio electrónico, además? Y sobre todo ¿en un lugar y un tiempo en el que la gente lee poco y tiene mil maneras más atractivas de entretenimiento y ocio? ¿A quién realmente le importa? Seguir leyendo
Inteligencia y Vida Intelectual
En sentido amplio, intelectuales somos todos lo que utilizamos la facultad intelectiva para vivir. Si cualquier padre, educador, profesionista, político o sacerdote, usa su inteligencia para el desempeño de su vocación, se puede decir que se es un intelectual. En sentido propio, un intelectual es el que se dedica, vocacionalmente, al ejercicio de su inteligencia, con el único fin de la verdad. Su empeño y sumisión a la verdad es el criterio de valoración de un intelectual. Seguir leyendo
No tan rápido, acuérdense de Sergio Ríos Zapata y Francisco José Amparán
Nuestra ciudad por primera vez parece estar construyendo una tradición literaria. Con esto no quiero decir que no la haya habido desde mucho tiempo atrás; sin embargo, en años recientes se ha comenzado a pensar a sí misma. Los escritores o literatos de la región han intentado sacar nombres que podrían insertarse en una especie de canon lagunero o coahuilense si ustedes gustan. Eso no tiene nada de malo y hasta es natural. El único inconveniente es que por lo común aquellos que llevan la voz cantante, es decir aquellos que tienen mayor “renombre”, se han preocupado solamente por mencionarse a sí mismos como los mejores exponentes de nuestro mundillo literario.
En últimas fechas se ha hablado mucho acerca de un boom regional. El peligro se encuentra en el tono ya que en muchas ocasiones se implica que los escritores regionales actuales son lo mejor que han dado estas tierras. Eso a mí no me incomoda en lo particular, uno puede decir lo que le venga en gana de su obra, pero en lo general creo que no es del todo pertinente, porque con este tipo de declaraciones se oculta, se elimina grotescamente a todos los escritores previos que abrieron camino y que generaron confianza en el resto del país respecto a lo que se escribe aquí.
Se habla mucho de escritores premiados y no premiados, se cacarea toda la posibilidad de estos, que aún pueden considerarse jóvenes. Yo me he dado a la tarea de leerlos a casi todos y quisiera comentar que por lo pronto no hay un cuentista que alcance lo que una generación previa ya habían hecho con Francisco José Amparán y Sergio Ríos Zapata.
Desgraciadamente lo que ocurre, considero, es que no hay memoria. Es decir, los escritores jóvenes y no tan jóvenes actuales piensan que son los únicos que han escrito por aquí en Torreón. Sale un librito en una editorial comercial o independiente, dos o tres, y ya son incomparables. Son incomparables porque de esa manera se mantienen intactos. No hay nada peor que un escritor que no se despeina con los que vinieron antes que él. No hay nada peor que un escritor que no sabe pelear en el campo de la literatura. Por supuesto la pelea se da consigo mismo, pero a través del otro. El otro incomoda, el otro resplandece y eclipsa lo que se pueda llegar a ser. Lo más triste es que los escritores jóvenes, y conste que yo soy uno de ellos, nunca entendieron lo que es escribir un bueno cuento. Aquí les dejo dos, de estos maestrazos laguneros. A ver, ¿díganme quien recientemente ha escrito algo mejor en el género del cuento?
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Rancio descollado caballero
Hay momentos en que pienso en la cantidad de fantasmas que pululan en México. Desde (los más recientes) el grupo de 43 estudiantes, siguiendo con la centena de millar del sexenio de Calderón, viajando a través de los centenares de muertas en Cd. Juárez; pasando al ir más hacia el pasado por clérigos y candidatos (El cardenal Posadas, el de Colosio que vive aún), ilusiones de elecciones fallidas, indígenas (Acteal) y universitarios (La matanza olímpica de Tlatelolco 68) hasta llegar a aquellos muertos de las luchas históricas (revolución, independencia y conquista). Muertos que regresan, que nos acechan, que aparecen en billetes, en pintas, en nombres, en actitudes y comportamientos. Quién no ha visto a alguien llorando en un árbol a lo Cortés, a un (o una) Malinche tratando de ligarse desesperadamente a la inglesa o francesa de intercambio (solo por ser extranjeras), quien no ha escuchado a un político “Peje” de tan mesiánico y sobre todo quién no ha visto a alguien actuando exactamente igual a Don Chingón. Seguir leyendo
¿Leer te hace mejor persona?
Parte I: los educados vs los ignorantes
Recuerdo que durante los movimientos sociales que surgieron como parte de una campaña de rechazo hacia el PRI en las elecciones federales de 2012, aparecieron videos de enfrentamientos entre dos grupos: el de los acarreados del partido y el de los protestantes en contra de ese partido. En uno de esos videos se puede escuchar cómo los protestantes gritaban a los acarreados: “¡lee un libro!”.
En este caso, los protestantes (preocupados por el regreso de un partido que sabemos instauró prácticamente dictadura presidencial) trataban de expresar su frustración por tan horrible práctica política de acarrear gente para dar apoyo a un candidato, y ante tal suceso podemos analizar dos cosas: lo más claro, que los acarreados demuestran las profundas necesidades que los agobian, y que eso permite que la pobreza sea manejada políticamente. Y dos, algo menos claro pero también acuciante, que los protestantes – supuestamente educados—respondieron con una agresión, y con la frase “lee un libro” blandieron una espada que los separaba de las masas manipuladas por las fuerzas políticas.
La verdad es que la diferencia cultural entre unos y otros no es tan tajante. Leer un libro no hará que la maquinaria política se quede sin adeptos ni que los que sí han leído tengan, por ese motivo, una superioridad cívica espontánea. Si bien el compromiso político en los que protestaban es valioso: demuestran que su responsabilidad cívica no se vende. Pero cuando gritaron “lee un libro” expresaron su poca cultura y, más en el fondo, un desprecio por las personas que se dejan seducir por los premios inmediatos y etéreos del acarreo político.
El grito “lee un libro” puede escucharse como esa otra ofensa que sería común escuchar entre las clases privilegiadas y pudientes cuando se enfrentan a otra clase económica poco favorecida, pues me pareció escuchar al final “lee un libro… naco”. La verdad es que los protestantes contestaban la agresión con otra agresión y eso evidencia que los que supuestamente sí saben leer se sienten superiores, cívica y culturalmente.
La vida cívica en este país es un fantasma. La barbarie parece imperar en todo el territorio. Es de gran valor que haya gente que salga a la calle a manifestar pacífica y libremente su desacuerdo con la clase política, por la baja percepción de representatividad política. Sin embargo, estos manifestantes decidieron salir a la calle y les gritaron a los acarreados al tono de ofensa y desprecio demuestran que la barrera cultural en México es mayor que la rápida barrera comúnmente aceptada entre ricos y pobres, va más allá de la diferencia de los que saben leer y pueden comprar libros; y los que no saben y/o no tienen acceso a los libros.
El “jodido” al igual que el “naco” es aquélla figura cultural que en México se usa como primer y último recurso para diferenciarnos: por un lado, al jodido se le adjudica la etiqueta de ignorante, “indio”, pobre. La población jodida es la que no sólo tiene pocas, casi nulas, entradas económicas y está sujeto a la proximidad de la vida, “viviendo al día”.
Pero también la palabra “jodido” se usa para calificar a los que mantienen sus valores morales y cívicos ante los embates de la carencia y defienden su dignidad en épocas de injusticia, aun cuando eso les conlleve mayores penurias económicas. Recuerdo aquí también a un corrupto líder sindical diciendo que él no había nacido para jodido. El “jodido” es entonces el mayor idiota, sea pobre o no, o el que no roba cuando todos roban, o el que no tiene como o no quiere joder a otros.
El “naco”, al igual que el jodido, puede ser simplemente el pobre, ignorante y de mala educación, con una connotación un poco distinta. Puede ser alguien que no entiende de temas de cultura pero también puede ser alguien que no favorece las posturas estilísticas y moralinas de la riqueza y las “clases altas”.
Sean jodidos, nacos, pobres o ignorantes los manifestantes, o lo sean los acarreados, lo que veo de fondo es precisamente una diferencia que se expresa en distintas connotaciones. Lo que no se atiende es a la unidad social. Los acarreados no deben ser maltratados u ofendidos, sino orientados, defendidos y apoyados precisamente por los que tienen esa responsabilidad civil, para que no se les orille a escoger premio absurdo del político cínico. Para que se solventen sus necesidades sin tener que peregrinar o hacer mafia por recompensas.
Lo que no veo entonces es unidad social, ni en lo cívico ni en lo cultural. Lo cívico, hacer ciudad y hacer política, es fundamental para unir a todos los estratos sociales. En lo cultural se deben universalizar los bienes de la educación y la lectura. Yendo hasta el fondo de la ofensa, está el mandato ético que indica que nunca se debe sobreponer ningún estatuto mayor a la dignidad personal.
La cultura no es solo la de estudiosos intelectuales de bibliotecas enormes, ni mucho menos los aprendidos modales y artífices de la “alta” sociedad. Contrariamente a lo que se piensa, puede haber una persona culta que no haya leído un solo libro si su forma de vida favorece la convivencia y la amistad.
Chesterton entendía la cultura como una forma de vida, no precisamente la que da una educación formal y escolarizada, sino la cultura que pueden tener un campesino que ofrece su casa y alimento a los viajantes, como lo cuenta Luis A. Santullano – pedagogo español, amigo de Unamuno – en su libro Padres, Hijos y Maestros.
“Leer con seguridad nos hace personas” dijo Baltasar Gracián. Pero no mejores personas que las que no leen. La responsabilidad intelectual del que lee está en compartir su gusto o disgusto por lo leído, fomentando la lectura. Tampoco hay que caer en la idea de leer por leer pues eso nunca ha sido más que un ejercicio mnemotécnico inservible cuando no nos lleva a pensar y reflexionar sobre lo leído.
Leer nos hace más humanos, si y solo si, pensamos sobre lo que leemos. Si reflexionamos acerca de lo que se dice. En un tiempo y un país de analfabetismo real y práctico, esta última diferencia es de vital importancia. Leer, como ejercicio intelectual también puede ayudarnos a acrecentar nuestra memoria, mejora la organización del trabajo y la vida, nos sensibiliza, nos hace empáticos. Leer nos puede ayudar a entendernos como personas, como parte de una sociedad, a aceptar al otro, a compartir.
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“Desconfía del hombre de un solo libro” dice el proverbio. Un libro nunca nos salvará, en todo caso, nos dejará literalmente en la tragedia de no leer otros libros. Un libro, metafóricamente hablando de la lectura, si no se lleva a la vida, nos dejará a la expectativa de que lo leído se convierta en algo irreal, que sólo sucede en la fantasía pero perdido en la vivencia social, faltará algo que no se encuentra en la vida e ir a buscarlo precisamente en la biblioteca empolvada.
La cultura seguramente está en los libros, pero no solamente en ellos. Está en la convivencia social amigable, la sociabilidad y disposición participativa. También en la ciencia y la investigación, pero entendiendo que la finalidad del conocimiento es una finalidad humana. La cultura se hace en las instituciones sociales y gubernamentales, está en las tradiciones culturales de los pueblos y en la cultura cívica. Es decir, en todo producto del saber humano que tienda a la mejor humanidad.
La cultura actual denuncia abiertamente, como aquél grito de los protestantes contra los acarreados, que es ignorante en realidad, y como toda ignorancia lleva a la postura defensiva y cerrada. La cultura actual no favorece la sabiduría, a la vida intelectual ni a su responsabilidad, que llamaría a las personas a compartir lo que se sabe, ayudando a esas personas que han sido marginados de los beneficios sociales y culturales, y así resarcir un poco de lo que históricamente se les ha imputado.
Bibliografía
1. Santullano, Luis. Padres, Hijos y Maestros. Ediciones México, S.A. 1945
2. Llano, Alejandro. La vida lograda. Editorial Planeta, S.A. 2002.
3. Sertillanges, A. D. La vida intelectual. Fondo de Cultura Económica.
4. Zubiri, Xavier. Naturaleza, Historia, Dios. 1942; edición sexta, 1974. http://www.zubiri.org/works/spanishworks/nhd/nhdcontents.htm
Si a usted le interesó este tema y quiere saber más, le recomiendo una lista de libros de temas sobre la lectura, la vida intelectual, la cultura y el arte.
http://portalsej.jalisco.gob.mx/educacion-valores/system/files/recomendaciones_de_lecturas._hechas_por_el_dr._lorda.pdf
No soy negro, soy prieto.
En México no hay muchas personas de raza negra, cualquier extranjero de raza africana sabe que su presencia no es común porque en todos lados termina siendo el centro de atención. En los últimos años las condiciones económicas desfavorables que se viven en Centroamérica han ido impulsando a cada vez más personas a aventurarse rumbo a Estados Unidos en busca de trabajo. Muchos de estos inmigrantes tienen raíces africanas, pero solo los vemos de paso (buscando caridad en los cruceros ferroviarios). Pero no es de economía de lo que quiero hablar, este texto hablará acerca del color de la piel y mi confusión.
Yo soy de piel morena, bastante, es decir: soy prieto. Si por tu mente pasa, estimado lector, por un momento alguna sensación desagradable o idea acerca del por qué no dejarlo solo en moreno, por qué tener que escribir “prieto”, entonces sabré que voy por buen camino y tú sabrás que algo nos pasa a los mexicanos con esa palabra; que va cargada de significados, de prejuicios. Seguir leyendo