Tomarse las cosas muy en serio nunca es bueno. Hacerlo así convierte al mundo en un lugar aburrido y opaco. Yo trato siempre de tener esto en cuenta. Cuando empezamos con los diagramas y los incisos y los requerimientos las cosas empiezan a echarse a perder. Lo mismo ocurre cuando las ideologías y los bandos se meten en el camino. No hay nada mejor que dedicarse a algo sólo por el gusto y la gratuidad de hacerlo. Porque se nos pega la gana. Es cuando verdaderamente las acciones adquieren el sentido. No comprendo a las personas que buscan una justificación para cada punto. Me parece que las justificaciones y compromisos son sólo una manera de complicarse la vida. Un falso laberinto. Seguir leyendo
Columna
Sobre películas buenas y malas
Hace algunos días escuchaba en una estación de radio local universitaria un programa “de cine” del cual desconozco su nombre y en el cual participan – al menos durante el tiempo que lo escuché, y por lo que puedo interpretar – dos jóvenes.
En los pocos minutos en los que estuve atento alcancé escuchar al menos cinco títulos de películas de reciente producción. En ese espacio de tiempo los comentaristas hicieron dos o tres aseveraciones que generaron una evocación positiva en mí.
La joven – de voz muy agradable, por cierto- mencionó, en términos muy generales, que hay películas que escapan a ciertos moldes de tiempo y acción, donde la trama es intercalada y que esto hace a una película diferente y de alguna manera “complicada” que de pronto era incomprensible para cierto público. Seguir leyendo
La escritura de la ficción de Jorge Semprún
Jorge Semprún a lo largo de su obra desarrolla la preocupación por la escritura. Habla de las condiciones en las que se da dicho fenómeno, al mismo tiempo que sus disertaciones son una consecuencia del mismo. En este sentido, Semprún no está tan interesado en la literatura como sí lo está en el proceso de asir la realidad mediante la palabra. Seguir leyendo
¿Poesía? ¿Para quién?
Hace unos días leía el encabezado de un periódico de circulación nacional que lanzaba la pregunta acerca de para quien se escribía la poesía en el país; argumentaba ya la introducción que en el país hay poetas, premios, pero no hay difusión ni un programa de fomento a la lectura efectivo. Que todos: académicos, editores y escritores concordaban en que la escaza distribución era el principal de los males. En ese punto abandoné la lectura (mi licencia lectora me lo permite y yo aplico ese privilegio cuando vislumbro que lo que estoy leyendo continuará de manera insustancial); según un comentario de un conocido el texto efectivamente arrojaba cifras de dinero (cosa que no se debe hacer cuando se habla de poesía pues se lee barato, sin clase) otorgados a los creadores y de la falta de editoriales y la mala leche de las librerías.
Ese texto por irrelevante que fuera tuvo una muy buena pregunta ¿Para quién, o qué, se escribe poesía? Y creo que eso es lo importante, lo de exhibir al gobierno y a las editoriales no resolverá nada. Lo importante es preguntarse por qué razón o en qué tipo de lector se piensa cuando se escribe poesía, cuando la escriben los poetas mexicanos contemporáneos.
Iconografía del Escritor
En el devenir histórico de la comprensión cultural, hay momentos en los cuales una obra adquiere mayor relevancia al conocerse la biografía de su autor. La escritura o la vida de Jorge Semprún, por ejemplo, cuenta lo que el autor vivió en el campo de concentración de Buchenwald. A la luz de este dato se comprende que de la novela, a partir de la vida del autor, surge una poética para hablar sobre la maldad que habita en el corazón del hombre y que lo lleva a cometer las mayores atrocidades, casi indecibles, en contra de sí mismo. La elaboración de esta poética es el gran mérito de la novela que, de diferentes maneras, se venía fraguando a lo largo de la obra de Semprún.
Y es que ninguna obra procede ex nihilo sino que se nutre de experiencias vitales –propias, no prestadas–, que son llevadas al grado de experiencia poética, luego de largos años de estudio, reflexión, ensayos, correcciones y la elaboración de varias versiones hasta llegar al punto máximo de trabajo en el que la obra, junto con la experiencia poética, ya pueden considerarse resueltas.
Hay otros momentos en los que cierta clase de lectores, al conocer el contexto biográfico de la creación de la obra, le agregan un valor sentimental. Cuando se enteran que una novela fue escrita en un periodo de pobreza en el que el autor trabajó de mesero, que estuvo a punto de abandonar su vocación, que dejó la obra abandonada durante años, aunado al hecho de que esa novela fue rechazada varias veces hasta que un visionario editor la publicó, estos lectores intuyen que el escritor ha vencido las más duras inclemencias vitales. Ahora lo admiran con embeleso y lo promocionan entre sus amistades usando la anécdota trivial como único argumento de importancia literaria. Seguir leyendo
El árbol de la vida Terrence Malick (2011)
La vida
El inicio de la película y de este comentario inicia con una pregunta: ¿Dónde empieza la vida? Seguir leyendo
Ruedas del desierto
El espacio público es el lugar donde la sociedad puede mezclarse e integrarse en su complejidad. El espacio público es el lugar donde se manifiesta el poder de la misma, donde se asume como fuerza política y cultural. Sin el espacio público la sociedad se disipa, no logra constituirse, permanece en el individuo aislado. El individuo por sí solo queda a expensas de las contradicciones de la vida moderna: la soledad, la violencia, la no-identidad, la fragmentación, la falta de sentido vital. El individuo aislado por lo tanto se hace hostil, temeroso, intransigente: se enajena. Seguir leyendo
Fantasías de la clase media
La delimitación de “clase económica” varía conforme a cada país o según variables que les sirven a los estudiosos de la materia. Este hecho descubre que la delimitación no puede llegar a ser plenamente objetiva y que hay rasgos arbitrarios que la determinan. Seguir leyendo
Escribir poesía
La pregunta no es fácil: ¿Qué significa escribir poesía en estos tiempos? Y he de decir no sólo en estos tiempos sino ¿en este país?
Ocasionalmente pienso que escribir poesía, o cualquier género literario, simplemente escribir y leer como lector audaz, es ya en sí mismo algo extraordinario para un país de asombroso analfabetismo real y funcional. La mayoría de mis amigos, familiares y conocidos –sin afán de reclamo- no han leído más de tres libros en su vida, y son profesionistas, algunos hasta con posgrado. Es decir, no han leído más de tres libros que no sean parte de los estudios que han realizado.
Pero más allá de ese juicio subjetivo y parcial, observar la radical importancia del problema: se lee poco, menos literatura, no existe el hábito ni entre los jóvenes, ni entre los profesionistas, ni aún cuando llegan a niveles de educación altos.
La modernidad desde la celda
(Fragmento)
La extensa obra de José Revueltas es un testimonio de los procesos de la modernidad en México. En ella se plantea, en sus inicios, la pugna por la construcción de un sistema utópico (el comunismo), en el cual se intentaba construir una solución totalizadora de las vicisitudes de la condición humana, y por otra parte, ya en las últimas obras, la escritura de Revueltas se convierte en una narración del desencanto: lo que al principio parecía una reivindicación del hombre, ahora es, precisamente, lo que ocasiona la debacle del mismo.
En este sentido, la novelística de Revueltas es un recuento de la degradación de los esquemas de modernidad que imperaron en el México del siglo XX, a saber, por ejemplo, la fundación y posterior desintegración del Partido Comunista Mexicano, que se configuró como una contracorriente clandestina dentro la nueva política postrevolucionaria corporativista, pero también, especialmente en la primera mitad del siglo, las novelas de Revueltas son una crítica a la no-consumación de los movimientos ideológicos y armados de la Revolución Mexicana; esbozan una reflexión de los procesos políticos, de las luchas sociales de las minorías y de su supresión, que inicia su crónica con El quebranto (1939) y termina, bajo el estigma del movimiento estudiantil del 68, con su novela El apando (1969).