Columna

Amado Nervio

Camaradas lectores, hoy vengo a compartirles conocimientos y también mis traumas. En la década de los noventa yo era un delgado adolescente que desperdiciaba su tiempo en la biblioteca pública más cercana a mi hogar. Una ocasión, daba un vistazo por el acervo cuando me topé con el libro El declamador sin maestro. Lo tomé, lo llevé a una mesa, abrí sus páginas y encontré un poema de Juan Crisóstomo Ruíz de Nervo y Ordaz, mejor conocido como Amado Nervo. Amado Nervio, le digo yo porque me gusta echar a perder las cosas bonitas.

El poema que leí me hizo sentirme maduro, un profesionista de temprana edad. Arquitecto, para ser preciso, justo en el momento en que yo no sabía qué carajos iba a estudiar. Y arquitecto, para rematar, de mi propio destino. ¡Del de nadie más! ¡El mío solo! El poema se llama En paz. Su lectura hipnotiza, te hace imaginarte en el momento en que languidece la vida: Ya muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, […]. ¡Yo ya mero me les iba a ustedes en plena adolescencia, no sin bendecir aquellos años maravillosos! Seguir leyendo