Columna

Tanta curva y yo sin frenos

Un día 28 de enero –ya se han de imaginar cómo me dolió esa fecha- en Casa Aquelarre se presentó una obra llamada Curva peligrosa de Pilo Galindo, dirigida por Arnulfo Reveles, por la compañía con el nombre más emo que conozco, Detestable Teatro.

Ver esta obra me ayudó a confirmar lo que antes venía sospechando: el teatro juvenil que se produce en la Comarca Lagunera –siempre de iniciación- ha adquirido nuevas características.

Es dinámico; se ha despojado poco a poco de la idea idiota de que debe procurar el cultivo de valores; trata sus temas de una manera directa –aunque no siempre precisa-; su lenguaje se actualiza constantemente; se mantiene libre de gravedades experimentaloides. De ahí se desprende que siga siendo una opción válida para los agentes teatrales. Seguir leyendo