Columna

ELLA Y ÉL, NOSOTROS, USTEDES Y ELLOS…

Hablando en teatro, hay ocasiones en que vemos una obra cuyo texto es muy bueno y sus actuaciones muy malas. Otras en que el texto debería arrojarse al relleno sanitario, pero es rescatado por las actuaciones. Hay una tercera ocasión en la que el texto es buenísimo y las actuaciones se ponen a la altura, o les falta un pequeño porcentaje para lograr la excelencia.

En ésta última clasificación es donde yo veo a Ella y él de Jean Pierre Martínez, dirigida por Elena Reyes, presentada en uno de mis lugares favoritos de Torreón, Casa Aquelarre.

No me acuerdo cuándo fue que dije que el teatro que se hace en Casa Aquelarre se inclina a la cuestión de género, pero lo dije. O sea que allí veíamos puras obras protagonizadas por mujeres, y en tono de tragedia.

Pues ahora se nos ofrece un cambio. Equilibran la cuestión de género –más o menos- y exploran la comedia.

En Ella y él vemos a tres parejas de diversas edades, en circunstancias totalmente diferentes, viviendo su relación de amor –si es que eso existe.

Estrictamente hablando, es lugar común escribir sobre los problemas de las relaciones amorosas vividas en pareja. El mundo del cine norteamericano reboza de esas cursilerías, y en el teatro también la hemos padecido con pendejadas como Te amo, eres lo máximo, pero cambia o como menos se le conoce I love you, you’re perfect, now change de Joey DiPietro y Jimmy Roberts. No menciono otras que he leído y visto porque me da pena. Seguir leyendo

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¿Vodevil o Vaudeville?

El 2 de julio del presente año, podrá ser olvidado porque no es el 2 de octubre, pero tuvo algo digno de destacarse: el estreno de la comedia Vodevil de Hugo Daniel Marcos, en el teatro Nazas, dirigida por Cony Múzquiz.

Por un momento me trasladé en el tiempo, entre siete y diez años atrás, cuando era frecuente que se montara Cianuro, ¿solo o con leche? de Juan José Alonso Millán, Apenas son las cuatro y ¿Huele a gas? ambas de Tomás Urtusástegui, no se diga cualquier comedia de Emilio Carballido o de Alejandro Licona, y Mi mujer es el plomero del mismo Hugo Daniel Marcos. Por alguna extraña razón me acordé de Antonio González Balquier. Ha de ser porque fue él quien me explicó lo que eran los subgéneros de la comedia. En fin…

Eran tiempos en que la comedia era muy socorrida por grupos estudiantiles, porque les era fácil producir. Además, tenían, o tienen todavía un público que las acepta y que se divierte con ellas.

Vodevil coincide con las presentaciones de las comedias Ella y él de Jean Pierre Martínez, dirigida por Elena Reyes en Casa Aquelarre, y con Payaso, espectáculo de La Tropa Cachivaches en Plan B Estudio Teatro.

Lo menciono porque el panorama general de mitad de año, nos indica que nuestro teatro ha sido muy solemne. Y ver Vodevil –menciono solamente esta obra porque es la que motiva el comentario- me recordó que existe otro estilo de teatro, otro género, la comedia. Seguir leyendo

Columna

FITNESS CLUB O ¡QUÉ BIEN TE ESTÁ CAYENDO EL SPINNING!

Leer no es malo

Los días 15 y 23 de junio de este glorioso año –es glorioso porque se me da la gana decirlo-, tuvo lugar la lectura dramatizada de Fitness club, de mi compañero-amigo-hermano, Alfredo Loera, en el Teatro Nazas y en Casa Aquelarre, respectivamente.

En la lectura participaron More Barret, Cony Múzquiz, Elena Reyes, Teresa Muñoz y Ángel Talamantes (como el Instructor y lector de las acotaciones); con una buena asistencia del público en ambos recintos teatrales. Y eso que no hubo sangre, ni orines, ni nuevos planos conceptuales de la escena ligada a los problemas sociales que provocan el capitalismo voraz, sino actores leyendo, simple y llanamente, el primer texto dramático de mi compinche-wing man-camarada Alfredo Loera.

Quiero destacar el hecho de que, si bien una lectura dramatizada no es del todo un hecho escénico, permite contemplar varios aspectos todavía teatrales. Por ejemplo, se puede ver algo de dirección, cierto grado de interpretación y, lo que pareciera ser rarísimo, un actor leyendo.

A mí me gusta mucho cómo leen Cony Múzquiz, Elena Reyes y Teresa Muñoz, y no me desagradó para nada las participaciones de Ángel Talamantes y de More Barret. Es que leer no es malo, sino bueno, de veras, puede intentarse, no hay corriente estética que lo prohíba. En nuestra revista hay algunos artículos que hablan sobre la lectura. Los recomiendo. Seguir leyendo

Columna

DE MONSTRUOS Y OTRAS MADRES

Nuevamente quiero destacar la propuesta escénica de Casa Aquelarre: tres salas para tres obras que pueden verse en orden aleatorio o lineal, donde se proponen dramas íntimos, mayormente a través de monólogos, y en recientes fechas con una preocupación temática.

Muestra de ello fue la producción del ciclo “Colores de infancia”, comentada ya por Luis Carlos García Lozano en esta revista; y la más reciente producción llamada “De mamis y otros monstruos” –que se presentó durante mayo y principios de junio de este año- compuesta por dos obras cortas de Brenda Vargas, Duerme, pequeño, duerme y Valor; y Los hijos de Esperanza, unipersonal –odio esta palabra- de Elí Montemayor de la compañía Amargo Teatro.

Primero las damas. Brenda Vargas –la autora de Soliloquios de mujeres locas-, escribe y dirige el monólogo Duerme, pequeño, duerme –actuado por Valentina Saldívar-, en la que una joven mujer platica con su bebé sobre las clásicas inquietudes e ilusiones de una madre primeriza. En Valor es una madre –Elena Reyes-, la que habla y habla con su hijo travesti –Iván Torres- sobre conflictos generacionales, frustraciones, incomodidades, reclamos, fastidios, todo aquello que una madre puede recriminar a un hijo. Seguir leyendo

Varios

Historias desde adentro

Del sufrimiento de las mujeres

Una beta creativa que parece no agotarse nunca es el sufrimiento de las mujeres. Desde el teatro griego hasta el de nuestros días vemos cómo ellas son llevadas a la tragedia por culpa de los hombres, quienes, desde una doble moral, las conciben o como muy putas o como muy santas, y las castigan si fallan en cualquiera de estos roles culturalmente asignados.

Año de 2016. A estas alturas supondríamos que la represión contra las mujeres habría acabado, o que al menos ellas ocuparían el lugar del opresor. Pero no. Lastimosamente, el género femenino sigue siendo la víctima orillada a cometer las peores atrocidades.

De eso trata Historias desde adentro -composición basada en Diana del dramaturgo cubano Edgar Estaco y Coro de asesinas de la española Stella Manaut-, que dirige Elena Reyes, presentada en Casa Aquelarre. Tres mujeres encarceladas dan cuenta de los hechos que las llevaron a sufrir su condena. En sus crímenes de asesinato tienen que ver el trágico destino, la parcialidad de las leyes, una cultura religiosa anticuada, y la entera responsabilidad de los hombres, por supuesto. Seguir leyendo

Columna

El Juego de la verdad

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Mujeres juntas…

Cinco amigas, antaño íntimas, ora neuróticas, putas, borrachas, vengativas y perversas, se reúnen tras más de veinte años de distanciamiento.

En esta clase de reuniones, una vez que se agotan las formalidades del “ponerse al corriente”, surgen los reproches por la frustración provocada en el pasado que, en lugar de ser motivo de remembranza, se convierte en motivo para agredirse en el presente.

La que convoca a la reunión en su casa, Laura (Rocío Luján-Elena Reyes), quiere descubrir quién se acuesta con su marido. No piensa en nadie más que en sus amigas, porque su lógica femenina le hace intuir que un amigo te hiere de frente, pero con frecuencia lo hace por la espalda.

El espectador sospecha de la más puta, Julia (Cony Múzquiz), ya que ella ha hablado durante toda la noche de sus encuentros sexuales de ocasión y defiende su putez vehementemente. Pero no fue ella la que se metió con el marido de Laura.

Para sorpresa de propios y extraños, se descubre que fue Carmina (Teresa Muñoz) la que se acostó con el marido. Sorpresa porque antes, hemos descubierto que ella es lesbiana, que tuvo sus primeros escarceos homosexuales con Azalia (Judith Abadié).

Los corridos norteños nos han enseñado que hay que tener cuidado si una hembra se encuentra herida. Carmina ha sido capaz de llegar a tal grado de agresión porque siempre estuvo enamorada de Laura, y nunca pudo tenerla. La única forma que dilucidó para estar cerca de ella fue tirarse al marido e invadir su casa.

La frágil amistad se ha destruido por completo. Nadie se salva, ni siquiera Silvia (Ana Lucía Matouk) quien hizo todo por mantenerse al margen, como un testigo morboso que contempla un accidente, pero que terminó por involucrarse y formar parte de las ruinas.

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