Los poetas posmodernos son blanco fácil de la burla. Se ponen de a pechito. Se empinan solos. La causa es la pose de marginalidad por la que viven, ponen su choza, construyen su casa con ladrillos de material reciclado en Av. Lado Oscuro esquina con Alteridad, entre Otredad y Emergencia.
Desde la ubicación en las favelas de la cultura, niegan La Poesía, pero hacen poesía. Tú levantas una piedra y salen diez poetas. Uno de ellos experimenta desde la digitalidad. 01010101, dice en octosílabos. Una de ellos es poeta que se apellida Feminista. Habla de sangre menstrual, mastografías, ginecologías, historia feminista, escribe todas y no-todas -porque hay una lógica femenina que rechaza el género masculino y hasta el neutro en los sustantivos, o mejor dicho, sustantivas. Seguir leyendo